miércoles, 7 de mayo de 2008

"¿QUE OPINAN LOS CUBANOS SOBRE LA PENA DE MUERTE?"

Por Moises Leonardo Rodriguez Valdes

Centro de Información de la Corriente Martiana

En la clausura del Pleno del Partido Comunista de Cuba, efectuada el 23 de abril, el segundo secretario de dicha institución, Raúl Castro, al referirse a la aplicación de la pena de muerte a quienes cometen delitos de máxima gravedad y durante los cuales atentan contra la vida, afirmo que existe una "opinión mayoritaria favorable a mantenerla en estos casos".

Resultados parciales de la encuesta que la Corriente Martiana realiza sobre la pena de muerte desde el mes de enero entre la población no son coincidentes con el supuesto anterior.

De 150 personas encuestadas (56 en Ciudad de Camaguey y 94 en Ciudad de la Habana) solo 7 eligieron la opción de aplicarla para casos de traición en tiempos de guerra. 25 opinaron que deben mantenerse mientras que 118 favorecen su abolición.

Las muestras son indiscutiblemente pequeñas. El diseño del cuestionario y la aplicación del mismo no se efectuaron por encuestadores profesionales. Estos elementos permiten asumir que el margen de error puede ser muy grande.

Aun siendo este el caso, la diferencia entre los que favorecen su mantenimiento y el de su abolición es de casi 60 puntos porcentuales. Aun con el posible margen de error alto señalado se puede asegurar que hay una tendencia prevaleciente por la abolición de dicha pena (79 puntos porcentuales).

Esto ultimo permite asegurar que la diferencia entre lo dicho por el presidente y la medición de opinión referida tiene una explicación.

En intercambios con otros interesados sobre este asunto se ha podido comprobar que realmente es demandado el castigo máximo por la generalidad de la población al ser testigos, o conocer por referencias, de hechos del tipo de los que hizo alusión el presidente Raúl Castro. La prevalencia de la pasión, que en los cubanos es tan habitual, inclina en esos momentos la balanza a favor de su aplicación. En esto parece haber basado su afirmación.

No obstante lo anterior, cuando las mismas personas hacen valer la razón más que la pasión aceptan varios hechos entre los que cuentan:

1.- Que la vida quitada y los sufrimientos infligidos por los asesinos no son reversibles y por tanto la aplicación de la pena no es solución y pudiera interpretarse como venganza.

2.- Que, como bien señalo el Apóstol, la pena no refrena a los comisores de dichos delitos pues ellos piensan en la pena, sienten temor, después de cometer el crimen. Si lo hicieran antes difícilmente lo cometerían.

3.- Que en el caso de Cuba, la pena no se aplica exclusivamente a los que atentan contra los ciudadanos de a pie sino en muchas ocasiones contra los que afectan intereses de Estado. Ejemplo de esto es que en los últimos 8 años sus únicas victimas fueron tres jóvenes negros cubanos que trataron de salir del país secuestrando una embarcación sin causar heridos graves ni victimas fatales.

El propio gobernante Castro reconoció en este discurso que la muerte por fusilamiento persiguió en el caso de estos 3 jóvenes "… parar en seco la oleada de mas de 30 intentos y secuestros de aviones y de barcos"

4.- Expresó también el general Castro "…abolirla ahora eliminaría el efecto disuasivo contra mercenarios". Este supuesto "efecto disuasivo" es negado por Martí en su análisis sobre el tema contenido en el tomo 21 (paginas 22 a 26) de sus Obras Completas según la editorial de Ciencias Sociales, Habana, 1975.

Además de lo señalado, en los últimos 50 años la pena no ha evitado los numerosos casos de violencia que han llevado a su aplicación en Cuba y se ha aplicado además a algunos que no hicieron uso de la violencia o, al menos, no causaron víctimas en sus acciones delictivas.

La oposición al gobierno y al régimen por el impuesto, que al inicio tomara las armas para lograr sus objetivos, las abandono posteriormente pasando a formas de lucha no violenta.

El mundo ha cambiado y la violencia va cediendo espacios a las negociaciones, al dialogo y otros métodos no violentos. Parece que la protección de la sociedad y el castigo a los delincuentes también deben desplazarse a tono con la época. Los tiempos de ojo por ojo y diente por diente han pasado.

Si los seres humanos individualmente nos movemos muchas veces mas por las pasiones que por la razón, la organización de un Estado se debe basar exclusivamente en la razón para tratar de anular los efectos desmedidos de las pasiones de los individuos.

Razón por encima de las pasiones y Estados que sirvan al hombre y no que se sirvan de el, son elementos que demanda la modernidad. Los feudos han quedado atrás hace tiempo, las fronteras ceden, los Estados empiezan a servir a sus ciudadanos como garantes de sus derechos individuales.

Un mundo nuevo nace con la globalización. Es el nuevo mundo levantado sobre las ruinas de las religiones e ideologías que pretendieron una universalidad que en realidad era aspiración de control total.

Su lugar lo ha ocupado una nueva forma no prometedora de la felicidad después o en el mas allá como resultado de la fidelidad a un dogma. Esta nueva doctrina solo pide fidelidad a si mismo y a los otros hombres por el camino del respeto al derecho inherente a cada ser humano.

La vida es el derecho fundamental en este nuevo sostén del mundo en la era del conocimiento y del reencuentro con la propia esencia humana. No ver esta realidad solo es posible a ciegos, o desleales que no ven en los que le rodean mas que objetos de realización de sus propios caprichos y no sujetos de convivencia.

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