miércoles, 16 de diciembre de 2009

El precio de una injusticia

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubabet.org) - Una amiga llamó por teléfono la noche del 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, para decirme que lo de las Damas de Blanco había sido apoteósico.

Las Damas de Blanco -ella las vio pasar por la calle Neptuno, en Centro Habana- iban cargadas de gladiolos, sonrientes y con una valentía y seguridad en sí mismas tan contagiosa que levantaba el ánimo al más indeciso de la capital.

Una vez más, decenas de mujeres, esposas y familiares de activistas pro Derechos Humanos y periodistas independientes, presos injustamente en las cárceles de los hermanos Castro, desafían a los represores de las brigadas de respuesta rápida en plena calle.

Cuenta la amiga que muchos ciudadanos las rodearon para protegerlas y que aceptaban las flores con gran emoción. Me hubiera gustado haber estado entre ellas.

Con las Damas de Blanco no ocurre lo mismo que con esos otros grupos que, según cuenta nuestra prensa, andan por las amplias avenidas de Nueva York o Washington, pidiendo la libertad de los cinco espías cubanos prisioneros en Estados Unidos. Aquellos se pierden como copos de nieve entre los millones que pasan por su lado, acostumbrados a pancartas y locos, siempre en demanda de algo en una país donde sobra libertad.

En La Habana, o lo que es peor, en su deteriorado centro, entre ruinas, miseria y gente que camina como zombis sin rumbo fijo, un grupo de mujeres valientes que protestan contra la dictadura castrista no es cosa de juego. Acostumbrados a una dictadura que nos golpea -y de qué manera- hace cincuenta años, es algo que nos parece un milagro del nuevo siglo.Un Bravo para la organizadora principal de las Damas de Blanco, la señora Laura Pollán, esposa del periodista independiente Héctor Maseda.

Las Damas de Blanco simbolizan, de eso no hay dudas, el deseo de un pueblo por conocer de nuevo el dulce y agradable sabor de la libertad. Libertad para escoger a los dirigentes políticos, libertad para poseer un comercio, libertad para viajar, para comprar una casa, un auto, hasta un perro de raza chau chau, de esos que venden a escondidas en portales y escaleras.

Porque, si el grado de justicia de una sociedad se valora por el modo en que los alimentos son distribuidos entre todos los ciudadanos, me pregunto ¿cómo queda Cuba, cuando la mayoría de los alimentos se vende en las tiendas recaudadoras de divisas? Según el periódico Granma, en mayo de 2005: ¨Sólo una reducida parte de la población cubana tiene acceso a esos productos dolarizados”, que son los de mejor calidad, los más que más se necesitan, como por ejemplo, la leche, la carne, los productos para la higiene, etc.

Por todo esto y porque la población está cansada de dictadura, muchos en Centro Habana aceptaron los gladiolos de las Damas de Blanco, correspondieron sus sonrisas, llenas de mensajes, y no tuvieron miedo para servirles de escudo protector ante los represores oficialistas.
Para estas mujeres un ¡viva!, de alegría, de entusiasmo, y sobre todo de corazón, de la prensa independiente de Cuba।

Carta de ``Antúnez'' a Raúl Castro

Señor Raúl Castro:

Mi nombre es Jorge Luis García Pérez ``Antúnez'' --ex preso político-- y de nuevo le escribo, no porque pretenda enterarlo de algo que lejos de ajeno es cotidiano en Cuba, por el proceder y política de su gobierno:

Desde hace varios meses soy mantenido junto a mi esposa Yris Tamara Pérez Aguilera en una extrajudicial reclusión domiciliaria por parte de su policía política. Un alto oficial de la Seguridad del Estado la semana antes del concierto de Juanes en La Habana luego de arrestarme me comunicó que en todo el territorio nacional habían emitido una orden de arresto en mi contra y que todos mis pasos tendrían seguimiento en lo adelante. Desde la fecha he perdido la cuenta de las detenciones, en su mayoría violentas.

Señor dictador, permítame unas preguntas que posiblemente le ayuden a aclarar dudas a aquellos compatriotas míos que en algún momento estuvieron esperanzados en que con su gobierno disminuiría la represión, o que incluso pudieran efectuarse aperturas democráticas:

¿Con qué derechos unas autoridades sin previa comisión de un delito pueden impedir el libre movimiento de sus ciudadanos violando así un derecho universalmente reconocido?

¿Qué sentimientos pueden mover a hombres como el capitán Idel González Morfi al golpear con tanta brutalidad a mi esposa --una indefensa mujer-- ocasionándole secuelas óseas por el sólo hecho de llegar hasta una emisora de radio para pedir que se le diera curso a una denuncia sobre probadas torturas que su hermano recibía en una prisión de Cuba?

¿O es que sólo para ustedes existen en nuestro país cinco familias con derecho a protestar y pedir justicia para sus familiares encarcelados?

¿No le avergüenza que sus corpulentos gendarmes permanezcan apostados durante días en las esquinas de una vivienda para impedir que salgamos, incluso monitorear los movimientos dentro de nuestra propia ciudad?

¿Dónde está la ética y profesionalidad de sus subalternos, cuando con sus ridículos operativos provocan la burla de la población casi a diario?

¿Qué siente usted cuando alienta o permite que personas que se dicen hombres golpean y arrastran por las calles a mujeres como Damaris Moya Portieles, Marta Díaz Rondón, Ana Alfonso Arteaga, Sara Marta Fonseca, Yris Pérez y ahora más recientemente a la bloguera Yoani Sánchez?

¿Cómo puede dormir usted tranquilo y sus subordinados después de atropellar con saña en más de una oportunidad a Idania Yánez Contreras mientras se encontraba con varios meses en estado de gestación?

¿Cómo puede usted y su gobierno hablar de batalla de ideas, cuando constantemente reprime las ideas con golpes y arrestos y años de cárcel?

Quizás sus seguidores no encuentren o no se atrevan a la respuesta, pero yo que me encuentro entre la larga lista de los que no le temen, y le respondo.

Usted actúa así porque es un hombre cruel e insensible al dolor y sufrimiento ajeno, porque fiel a su vocación antidemocrática y dictatorial está convencido que las dictaduras como la que usted preside sólo pueden sostenerse bajo el temor y la tortura, y que la más mínima apertura puede dar al traste con lo que más y único le interesa, mantenerse en el poder.

Finalmente --y retomando mi caso en particular-- le voy a responder sin antes preguntarle los motivos concretos de tanto ensañamiento y represión contra mi persona.

Su gobierno y lacayos cuerpos represivos no pueden perdonar mis dos grandes y únicos crímenes. Primero que casi dos décadas de tortura y tratos crueles durante mi injusta y severa sanción no pudieron quebrar mi dignidad y posición como preso político. Segundo, porque a pesar del acoso y hostigamiento --y sobre todo el riesgo de regresar a la cárcel-- tengo la decisión de no abandonar mi patria en la que continuaré luchando por un cambio que considero tan necesario como inevitable.

Desde la ciudad de Placetas,

Jorge Luis García Pérez ``Antúnez''.

Martes 8 de diciembre de 2009.

Texto facilitado por el Directorio Democrático Cubano, en Miami.