Aleaga Pesant
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - El próximo veinte de mayo se cumplirán 105 años de la proclamación de la República de Cuba.
A la Republica arribaron los patriotas luego de más de treinta años de trabajo intenso, tensiones y acuerdos, peleas intestinas, reconciliaciones tardías, sediciones y emigración. De todo este periodo, al menos 15 años fueron de guerra y devastación. La victoria se logro con el apoyo (discutible para muchos), del ejército y el gobierno norteamericanos.
Los españoles trataron de quebrar el espíritu de la nación con campos de concentración, cárceles, torturas, fusilamientos y destierro. Por eso faltaron físicamente al día de la independencia muchos patriotas: Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, José Marti, Antonio Maceo y otros que empeñaron su vida, su familia y su hacienda, en el empeño por ver independiente y soberana a su nación. Como diría Jorge Mañach en su ensayo La crisis de la alta cultura en Cuba: "Toda, o casi toda, cubanidad fervorosa, se trocó en esfuerzo para la manigua".
También se cumplirá este 20 de mayo el segundo aniversario del congreso de la Asamblea Para Promover la Sociedad Civil. Fue un acto heroico de un grupo de luchadores por la democracia que desafiaron públicamente al régimen al reunirse para expresar sus ideas sobre la reconstrucción republicana.
La reunión se celebró bajo la atenta y esperanzadora mirada del mundo democrático; pero también de los cancerberos de la "dictadura del proletariado". Los participantes no tardaron en sentir sobre su piel las más diversas formas de represión.
Los asambleístas, como los independentistas, enfrentaron los inconvenientes internos de reconstruir la soberanía del país en medio de una feroz represión y la abstinencia de muchos de sus vecinos, aunque gozan de la solidaridad de estados y naciones que identifican la causa democrática antillana como suya. Ven en cada violación de los derechos de los cubanos un crimen contra la humanidad.
La maquinaria represiva no se detiene; sin embargo, la madurez de las fuerzas democráticas para reconquistar la soberanía popular demuestra que no necesitamos esta vez del desembarco de los Rough Raiders, de Teddy Roosevelt.
Concilio Cubano, la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada, el Proyecto Varela, la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, la Unidad para la Libertad, son pasos de ascenso a la democracia y la soberanía. Al final, diremos como el Generalísimo: "Hemos llegado".
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - El próximo veinte de mayo se cumplirán 105 años de la proclamación de la República de Cuba.
A la Republica arribaron los patriotas luego de más de treinta años de trabajo intenso, tensiones y acuerdos, peleas intestinas, reconciliaciones tardías, sediciones y emigración. De todo este periodo, al menos 15 años fueron de guerra y devastación. La victoria se logro con el apoyo (discutible para muchos), del ejército y el gobierno norteamericanos.
Los españoles trataron de quebrar el espíritu de la nación con campos de concentración, cárceles, torturas, fusilamientos y destierro. Por eso faltaron físicamente al día de la independencia muchos patriotas: Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, José Marti, Antonio Maceo y otros que empeñaron su vida, su familia y su hacienda, en el empeño por ver independiente y soberana a su nación. Como diría Jorge Mañach en su ensayo La crisis de la alta cultura en Cuba: "Toda, o casi toda, cubanidad fervorosa, se trocó en esfuerzo para la manigua".
También se cumplirá este 20 de mayo el segundo aniversario del congreso de la Asamblea Para Promover la Sociedad Civil. Fue un acto heroico de un grupo de luchadores por la democracia que desafiaron públicamente al régimen al reunirse para expresar sus ideas sobre la reconstrucción republicana.
La reunión se celebró bajo la atenta y esperanzadora mirada del mundo democrático; pero también de los cancerberos de la "dictadura del proletariado". Los participantes no tardaron en sentir sobre su piel las más diversas formas de represión.
Los asambleístas, como los independentistas, enfrentaron los inconvenientes internos de reconstruir la soberanía del país en medio de una feroz represión y la abstinencia de muchos de sus vecinos, aunque gozan de la solidaridad de estados y naciones que identifican la causa democrática antillana como suya. Ven en cada violación de los derechos de los cubanos un crimen contra la humanidad.
La maquinaria represiva no se detiene; sin embargo, la madurez de las fuerzas democráticas para reconquistar la soberanía popular demuestra que no necesitamos esta vez del desembarco de los Rough Raiders, de Teddy Roosevelt.
Concilio Cubano, la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada, el Proyecto Varela, la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, la Unidad para la Libertad, son pasos de ascenso a la democracia y la soberanía. Al final, diremos como el Generalísimo: "Hemos llegado".
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