Roberto Santana Rodríguez
5 de julio de 2007
La Habana – bitacoracubana - Poseer una computadora personal de forma legal y por ende acceder a la Internet en este país es un sueño para miles y miles de cubanos.
Esto sucede a pesar de que el gobierno dice que está impulsando lo que llama “informatización de la sociedad”, lo que a mi juicio no es más que un eufemismo porque esta política está basada en el control, limitación y restricciones que rigen cuanto se hace en el país, y tiene como objetivo beneficiar más bien al propio gobierno.
Existen a nivel nacional los llamados Joven Club de Computación, al menos uno en cada municipio del país. En estos centros se ofrecen clases de informática y electrónica, sistema operativo Windows, trabajo con el paquete de office, etc., sin faltar, por supuesto el trabajo adoctrinador de la “batalla de ideas”, ente que desvirtúa “lo bueno” de las intenciones que se pudieran tener, a los que logran matricular, porque ciertamente bien difícil que es.
Los posibles frutos que debieran recogerse, que la gente aprenda computación, se desarrolle cada vez más, se informe, etc., quedan en las ganas y deseos. Lo que se hace es sólo para satisfacer necesidades del gobierno, no del pueblo, se hace para decir que se hizo, y que se hará, pero nada de nada en la concreta.
Algo en lo que según las informaciones oficiales se pone mucho empeño es el desarrollo de la llamada Universidad de las Ciencias Informáticas, en la que se forman miles de jóvenes de todo el país, para integrar un futuro ejercito de programadores, hackers, espías, y ¡vaya usted a saber!, al servicio, seguro, de no buenas causas.
Este “esfuerzo socio informatizador” del gobierno se queda corto a todas luces porque sabido es que sin práctica no hay fijación de la teoría aprendida.
¿Qué cantidad de personas, de las que se gradúan de los cursos impartidos en los Joven Club, puede después practicar en sus casas los conocimientos aprendidos?
Estoy seguro de que muy pocas. Al poco tiempo no recuerdan nada o casi nada de lo que aprendieron, a saber con que rigor, profundidad y exigencia, porque en este país las cosas se hacen matando y salando o a base de corta y clava.
A estos graduados les faltan las imprescindibles “horas nalgas” frente a la computadora sin las que ni 1 000 cursos les harían aprender algo de computación.
El acceso a la Internet en los Joven Club está muy limitado, hay paginas y sitios Web a los que es imposible acceder por encontrarse bloqueados. Los que asisten a estos centros no saben que existen, Cubanet.org, PayoLibre.com, Bitacoracubana.com, Miscelaneasdecuba.com, sitios donde pudieran enterarse de la realidad de Cuba, sucesos que el gobierno se empeña en ocultarles.
¿Pueden creer lo que contó un compatriota exilado en un programa radial de Miami acerca de un joven residente en Santa Clara, recién llegado a Estados Unidos?, que no sabia de la huelga de hambre de Guillermo Fariñas, que casi le cuesta la vida, reclamando el libre acceso de los cubanos a la red de redes.
El acceso a Internet es para privilegiados en los llamados Cibercafés porque conectarse resulta extremadamente caro, 3 chavitos media hora, 5 la hora y 20 dos horas (el salario mínimo en la Isla es de poco más de 9 CUC mensuales). A esto se suma que el servicio es lento y por supuesto están bloqueadas las mencionadas, y otras, páginas que el gobierno considera “subversivas” o “contrarrevolucionarias”.
Existen computadoras en los centros educacionales, a razón de una maquina por cada dos o tres estudiantes con las mismas restricciones antes referidas.
Excepcionalmente y para enfatizar las “bonanzas gubernamentales”, que así se ha encargado el gobierno de hacérnoslo saber en sus infinitas campañas propagandísticas, hay escuelas en las montañas con un solo alumno que tienen computadora, video y demás artefactos, alimentados por paneles solares. Y lo mismo sucede, ¿Cómo practican esos niños y jóvenes?, ¿Cuántos tienen computadoras en su casa? Muy pocos. Dice la Biblia “…que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda…”
Algunos cubanos tienen computadoras personales en sus casas de forma legal: los médicos, músicos, deportistas que han podido viajar y les ha sido concedida la gracia de traerlas del exterior, sin mencionar a los mayimbes, arios de verde olivo, pinchos grandes que las pueden tener por derecho propio.
Otros audaces las tienen: ilegales, por la izquierda, producto del “trapicheo”, elementos y piezas dados de baja o sustraídos en empresas y otras entidades que siguen trabajando por el esfuerzo “recuperador” de técnicos, mecánicos y otros que las venden en el mercado negro como parte de la corrupción que impera en el país.
Estos cubanos viven en un constante sigilo; están sujetos a que en cualquier momento aparezca la policía para hacer un registro en sus casas y decomisarlas porque no tienen “papeles”.
Estas computadoras son verdaderos engendros en la mayoría de los casos, con el chasis de una 486 o Pentium y la motherboard de P3, el monitor de cualquier marca y calidad, en pocos casos digital, casi siempre VGA, Súper VGA analógicos, impresoras, los que tienen, de cinta y punto, el teclado de no se sabe que maquina, etc., etc.
Los precios de estas “maquinas” oscilan en el orden de los 100 a 400 o 500 chavitos aproximadamente. En las tiendas recaudadoras de divisas, shopping, se venden sólo accesorios de computadoras a elevados precios; por ejemplo un monitor de 17 pulgadas digital rebasa los 200 chavitos, en la “calle” se puede conseguir el mismo monitor si está nuevo en 150, si es de uso se “resuelve” de 120, 100 y hasta 80-90 chavitos.
¿Por qué suceden estas cosas? Poseer una computadora es una necesidad por las múltiples ventajas que nos ofrece este revolucionario invento del hombre.
Seguimos soñando con que un día en Cuba se pueda tener una computadora sin miedos ni sobresaltos, acceder a Internet libremente, informarse, conocer.
Con el favor de Dios un día será así.
jueves, 5 de julio de 2007
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