Oscar Espinosa Chepe
3 de marzo de 2010
La Habana, Cuba – www.PayoLibre.com – La XI Reunión Interparlamentaria México-Cuba se realizó a mediados de febrero en La Habana. Los cubanos, con grandes sentimientos de amistad hacia el pueblo azteca, abogamos por el fortalecimiento de las relaciones con la nación de Benito Juárez. Sin embargo, desafortunadamente, en el marco de ese encuentro, parlamentarios mexicanos realizaron declaraciones portadoras de una visión unilateral y segmentada de la realidad cubana.
Es el caso del Sr. Carlos Navarrete, presidente del Senado, quien condenó lo que llamó el “bloqueo económico, comercial y financiero que Washington impone a Cuba”, calificándolo de anacronismo histórico. Pudiera coincidirse en que la política de aislamiento practicada a través de muchos años por Estados Unidos ha sido contraproducente y únicamente ha servido para darle justificaciones al totalitarismo en la Isla para su política represiva y tergiversar las causas del desastre nacional.
Sus palabras de censura a la política norteamericana tendrían sentido, si hubieran estado acompañadas de una crítica al bloqueo que sufre el pueblo cubano por parte del castrismo, mucho peor que el daño que puede haber ocasionado el aislacionismo del vecino del norte. Al mismo tiempo, el Sr. Navarrete parece ignorar los pasos de la Administración Obama para mejorar paulatinamente las relaciones con Cuba, sin que el gobierno de La Habana realice gestos de reciprocidad. Por el contrario, se aprecia un recrudecimiento de los ataques a Estados Unidos, que confirma el interés de las autoridades cubanas de mantener el clima de tensión entre ambos países.
El Presidente del Senado mexicano se refirió asimismo, a los cinco ciudadanos cubanos presos en Estados Unidos, acusados de espionaje, sin una palabra de consideración a los cientos de reos políticos pacíficos cubanos, más de 60 de los cuales son considerados prisioneros de conciencia por Amnistía Internacional y cuya detención fue condenada por el Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de las Naciones Unidas en junio de 2003.
Cabría esperar de un alto dignatario proveniente de un país democrático, como México, que se hubiera esforzado por reunirse con los demócratas que luchan por el respeto de los derechos humanos y la reconciliación nacional para conocer la caótica situación económica, política y social en la cual se encuentra Cuba, así como con los familiares de los presos para enterarse de las inhumanas condiciones carcelarias en que están.
La conducta del Senador Navarrete lamentablemente no es una excepción. Otras personalidades de naciones democráticas adoptan igual actuación cuando visitan nuestra desdichada Isla, incluidos algunas que en el pasado mantuvieron dignas y valientes posturas frente a dictaduras, por lo cual sufrieron persecuciones, torturas y cárcel.
Recientemente visitó la Sra. Nadine Gordimer, Premio Nobel de Literatura y reconocida luchadora contra el apartheid en Sudáfrica. Al parecer para la escritora, los derechos humanos en su Patria si deben ser respetados, pero cuando se trata de “un país amigo” todo es permisible. Su actitud de ni siquiera responder la carta enviada por madres, esposas y otras familiares de presos de conciencia cubanos resulta absolutamente criticable y mancha seriamente su trayectoria como defensora de los derechos humanos.
Afortunadamente, hay en el mundo personalidades que mantienen posiciones sólidas y coherentes. Las declaraciones de Sebastián Piñera, Presidente electo de Chile, al anticipar que “pondrá énfasis en la defensa de las libertades individuales en Latinoamérica”, son un ejemplo esperanzador. No descartó viajar a La Habana en visita oficial, pero advirtió que no sólo se reuniría con las autoridades, sino también con la disidencia. Esa es la posición que debe asumir un gobernante o una personalidad que se precie de verdadero demócrata. Los derechos humanos son universales e indivisibles.
Oscar Espinosa Chepe
Economista y periodista
jueves, 4 de marzo de 2010
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