No hay que estar ciego para no ver como a cada instante esa flamante revolución bolchevique topa con su fin. Ya es colosal y multifacético la critica, el rechazo y la apatía de los cubanos, ante la cúpula ortodoxa y sus encumbrados títeres, recibiendo como castigo más severo, la catarsis y repulsa eleccionaria contra figuras y personalidades del ente revolucionario. Dejando como trasfondo la tragicomedia y castrada asamblea con su nuevo bastón dinástico y su insipiente emperador.
Que urge de una inyección aperturista sin menoscabo y sin cortapisas, aboliendo toda esa amalgama de burocracias y estatismo, que por lustros, los deleznables comunistas implantaron en la nación cubana sumergiéndola en la soterrada ruina en que hoy se encuentra.
La detestable convivencia y existencia del cubano de a pie, es insostenible, agobiante y frustrante, azuzado por las privaciones, limitaciones y sacrificios inútiles los que lastran por décadas, ante la indiferencia y simulación de unos guitres jenízaros que rehúsan y omiten el entorno actual y se desprenden agachapados y escurridizos de cómo el cubano de hoy apuesta y conspira por cambios democráticos y plurales, no por migajas circunstánciales de unas jaurías que cercenan y excluyen todo tipo de libertades y derechos. Un régimen varado en tiempo y espacio, medio siglo no le ha bastado, pero una sociedad consumida, perseguida, maltratada y condenada que fustiga todo intento de perpetuidad y banalidad, son muestras de síntomas álgidos poniendo en velo y pesadilla al interino reticente al evocar pasos conservadores, admitiendo como la critica se le ha convertido en un bumerran peligroso, donde la sangre joven traspasa el temor y pone en jaque y ridículo a la elite de la nomenclatura, frente a una multitud que exige, interpela y cuestiona derechos inalienables, trillados por estos herejes de la democracia, que no admiten la verdad, ni tienen voluntad política para respetar cambios.
Pero el tiempo dictara cual será el rumbo de esta empobrecida y sufrida nación y, si en verdad se le dan espacios a los cambios, que con tanto resonancia el nuevo inquisidor exporto por medio mundo, donde el soberano el pueblo tenga vos y voto, y no sean cambios convencionales con vestigios de tinieblas con el fin de seguir amordazando y pisoteando a este pueblo cubano.
Firmado.
Silvio Benítez Márquez.
Vicepresidente del PLNC.
miércoles, 13 de febrero de 2008
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