Recién llegado a España, el opositor Héctor Palacios habla sobre las políticas de Madrid y Washington hacia La Habana, y de la situación interna.
Michel Suárez, Madrid
viernes 26 de octubre de 2007 19:00:00
Héctor Palacios, momentos después de llegar este viernes a Madrid. (EER)
¿A qué le ha invitado exactamente el gobierno español?
Solamente a tratamiento médico. Hace tiempo el gobierno español está intentando buscar un camino que conduzca a mejorar los derechos humanos en Cuba. Camino con el cual no estoy de acuerdo, porque los logros que se alcanzan de esta manera son muy pobres. En estos momentos tenemos 36 presos a punto de morir en las cárceles y lo que ofrece el gobierno cubano siempre son migajas. Pero, además de esto, hay 250 prisioneros políticos. En un país donde no se respeta ni un solo punto de los derechos humanos, es muy difícil hablar de este tema.
El gobierno español, al cual respeto muchísimo y agradezco este gesto —como tiene que ser—, tiene que comprender esta realidad, porque al paso que va, "se acabarán" los cubanos y no se lograrían muchas cosas. En Cuba están pasando cosas extrañas ahora. La enfermedad misma de Fidel Castro lo ha debilitado extraordinariamente. Fidel es como la columna vertebral de ese sistema. Él se ha derrumbado y con él se está derrumbando la sociedad. Ni Fidel se ha ido, porque no se ha muerto y todavía sigue molestando en la toma de decisiones, ni Raúl ha llegado, porque está distante del poder. Por tanto, pudiéramos decir que Cuba es un país sin gobierno. En Cuba, quien manda ahora es la policía.
¿Qué significa que usted haya sido autorizado a salir del país, una novedad o más de lo mismo por parte del régimen?
Es más de lo mismo. Ojalá me equivoque y mañana esté aquí otra gente. Ojalá el gobierno español triunfe en su empeño, pero no creo que este sea el momento de producirse cambios. Se producirán, no me caben dudas, en un año o año y pico, pero no ahora. Fidel está vivo todavía.
¿Cuáles cambios…?
Cambios, cambios. En Cuba no puede haber una transición de lo mismo. Cuba no es China ni Vietnam, ni nosotros tenemos esa cultura. Incluso la gente habla ya de cambios y siente que hay un vacío de poder. Como dije, en Cuba manda actualmente la policía. Y la que hace más daño, la policía política, tiene todos los recursos, está muy comprometida con el sistema y sus miembros pertenecen a uno u otro de los bandos que se van creando dentro de un proceso que se va desmoronando.
Si hablamos de la situación económica, imagínate que cuando Valeriano Weyler gobernaba Cuba se producía un millón de toneladas de azúcar. Ciento diez años después, con 10 millones de habitantes más, producimos lo mismo. Ahorita, para ver una vaca habrá que ir a un museo. La tierra que tanto se le prometió a los campesinos está llena de marabú. Las personas se han mudado del campo a la ciudad. En un país que era eminentemente agrícola, sólo vive el 12 ó 13% de la gente en el campo, pero además limitados, porque lo que producen no pueden venderlo. Para qué hablar del costo de la vida. Ayer mismo una libra de tomate costaba 25 pesos cubanos, es decir, dos días de salario de un trabajador.
Ahora se están produciendo en los centros de trabajo, aunque no se divulgan, una serie de reuniones —al estilo comunista, pero reuniones al fin— que están sacando a flote los problemas de esa sociedad destruida. Incluso el gobierno está tratando de aguantar esa situación, pero ya no pueden. Y ya la gente habla. Si vas a la calle, te encuentras un pueblo distinto, una población que no quiere lo mismo. Por eso nosotros hablamos de cambios, no de curas de mercurocromo. Raúl Castro, si un día tomara el poder, que no lo ha hecho aún, sería una cura de mercurocromo.
¿Pudo escuchar o leer el discurso de Bush sobre Cuba?
Sí.
¿Qué opinión tiene del mismo?
Es la misma cosa, al igual que la respuesta del gobierno cubano. En el discurso de Bush hubo una novedad, y es que habló de los presos políticos y de los problemas de derechos humanos con mucha más profundidad. Lo demás es un problema entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. En el medio está el pueblo cubano, que es el que está sufriendo. Lo que debemos hacer ahora es alentar la organización de ese pueblo, porque los únicos que pueden cambiar la situación de Cuba son los cubanos. Ni los americanos, ni los europeos ni nadie.
Ahora mismo se ha creado un conflicto en estas asambleas de debate con los mismos españoles, que es bueno que lo conozcan los empresarios españoles. El pueblo de Cuba los acusa de cómplices del gobierno, porque ellos pagan por un obrero digamos 600, 700 u 800 dólares mensuales, sin embargo el gobierno cubano le paga a ese mismo obrero sólo el equivalente a 12 ó 13 dólares. Los obreros se sienten estafados, es una humillación, un robo. La gente va a trabajar porque es la única forma que tiene de robar, de intercambiar mercancías, ver qué se le pega.
¿A qué cree usted que se debe que La Habana haya publicado una parte del discurso de Bush?
Más o menos publicaron la mitad. El gobierno cubano necesitaba dar una respuesta porque el pueblo está desmoronado, sin dirección, y ahí tenían una forma de responderle a Bush. Pero el gobierno de Bush también se está acabando y creo que entrará la sensatez.
En Cuba hay que resolver dos problemas: hay dos grandes bloqueos o, mejor dicho, hay un embargo y un gran bloqueo. Los americanos tendrán que resolver —no creo que sea éste el momento— el embargo económico, y los que vayan a gobernar Cuba, que pienso debe ser una coalición de ideas, lo primero que tendrán que quitar es el bloqueo que el gobierno cubano le tiene al pueblo.
Han publicado el discurso de Bush porque no tienen alternativa. En Cuba ya entran dos millones de turistas, el mensaje llega por muchos lados y la gente está más atenta a lo que habla Bush que a lo que dice el gobierno cubano. Ellos publicaron lo que les convenía.
¿Cómo toman los ciudadanos cubanos el discurso de un presidente norteamericano?
Lo que se le enseñó al pueblo es lo mismo que siempre ha dicho Bush en todo su período presidencial de ocho años. No se publicó lo que habló sobre derechos humanos y presos políticos. En eso fue claro y nosotros se lo agradecemos. Pero no caben dudas de que fue un discurso electoralista y de que la respuesta de Pérez Roque fue politiquera. Ningún miembro del gobierno estuvo al lado de Pérez Roque. Estuvo muy incoherente. Aquel hombre soberbio, dirigido tradicionalmente por Fidel, se veía mucho más apacible. Trataba de herir a los norteamericanos, pero al mismo tiempo de no profundizar mucho, porque hay una promesa de Raúl de que se podría discutir con ellos en el futuro.
¿Cuál es la salud del movimiento liberal dentro de la Isla?
Es muy buena porque el cubano siempre fue un pueblo liberal. Varela, Martí, Maceo, todos eran liberales. Nuestros padres. Está empezando la gente a comprender de nuevo lo que es lo liberal, lo socialdemócrata… Porque recuerda que nosotros éramos opositores pero sin ideas. Y lo importante ahora es que ya tenemos ideas y propuestas para el pueblo. Ahora mismo hemos creado allá la Unidad Liberal de la República de Cuba. No se hizo para crear un grupo político más, sino para unir a todos los liberales en un gran partido, un gran frente al que se le está uniendo mucha gente para enfrentar al gobierno. Pero no para enfrentarlo a tiros, sino con la dignidad. Hay voluntad, hay voluntad.
¿Ve posibilidad en un futuro mediato de una amnistía para los presos políticos?
Mientras Fidel esté vivo, no existe esa posibilidad. Fidel odia mucho a quienes se le oponen. Raúl, quizás, pero tampoco a fondo. Raúl es el hombre que más ha apoyado a Fidel en toda su vida. Pensar que Raúl va a resolver los problemas de Cuba es una locura. Raúl no es la solución del problema. La solución está en el cambio y en que el pueblo decida quién va a gobernar. No podemos conformarnos con un pedacito de pan, nosotros queremos el pan. Y que ellos estén también. Nosotros somos distintos a ellos. Que se postulen y el pueblo decida. Los cubanos son anticomunistas absolutamente. Fueron fidelistas, que es otra cosa, y Fidel se acabó.
viernes, 26 de octubre de 2007
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