Un par de días atrás (y estoy hablando literalmente) tuve la ocasión de leer en un importantísimo diario de lengua hispana de la ciudad de Miami, en la sección de un conocido comentarista habitual, una afirmación realmente tajante: “Existe un enfrentamiento entre la disidencia y Radio Martí”.
Debo reconocer que la situación que ha dado lugar a ese planteamiento se ha prolongado por una buena cantidad de días, pero yo había optado por no intervenir, tratando de evitar echar —siquiera involuntariamente— leña al fuego. Como es obvio, esa clase de enfrentamientos y descalificaciones sólo tiene un beneficiario: el régimen totalitario de La Habana.
No obstante, creo que, ante una aseveración como la que he citado textualmente en el primer párrafo de este escrito y ante la prolongación de esa lamentable pugna, no me resulta posible seguir guardando silencio. Es menester aclarar algunos aspectos fundamentales, cosa que paso a hacer a título estrictamente personal. Esos aspectos fundamentales son los siguientes:
· Radio Martí ha desempeñado y continúa jugando un papel fundamental en la lucha pacífica del pueblo cubano en pro de la democracia. Como siempre he planteado (y repito ahora) cuando se hable de la historia reciente de Cuba siempre habrá que distinguir entre “antes de Radio Martí” y “después de Radio Martí”.
· Un aspecto importantísimo de toda esta situación es el papel vital que desempeña esa emisora (por sus transmisiones en onda media y en varias frecuencias de la onda corta) como pieza clave en la información del pueblo cubano.
· No es cierto que exista “un enfrentamiento entre la disidencia y Radio Martí”. De lo que lamentablemente sí puede hablarse es de un enfrentamiento entre un sector netamente minoritario de la disidencia y Radio Martí.
· Si entramos en mayores detalles y tomamos en cuenta las denuncias públicas y virulentas que (para gran satisfacción del régimen castrocomunista) se han hecho desde La Habana contra el trabajo de esa emisora y los periodistas que en ella laboran, entonces habría que precisar el concepto, y decir que se trata solamente de un enfrentamiento entre un sector absolutamente exiguo de la disidencia y Radio Martí. (Con esto quiero decir que, aunque es posible que haya un número más o menos apreciable —aunque siempre minoritario— de hermanos que consideren que debe haber cambios en el trabajo de esa emisora, son muchísimos menos los que están de acuerdo en que esas opiniones adversas hayan salido a la luz pública.)
· Lo anterior no quiere decir que no resulte lícito tener y expresar opiniones acerca de la forma en que pueda ser mejorado el trabajo de esa emisora que tan importante resulta para la lucha por la libertad de Cuba; pero es obvio que cualquier criterio de esa índole que tenga propósitos verdaderamente constructivos debe ser formulado en forma correcta y respetuosa y con la debida reserva, a fin de no dar armas a los enemigos de la libertad.
· En mi opinión personal —y así he tenido la ocasión de expresarlo recientemente— la mejora más importante que puede —y debe— hacérsele a Radio Martí es neutralizar la interferencia que el régimen castrista, con el propósito de mantener la desinformación del pueblo cautivo de Cuba, realiza con algún éxito contra sus transmisiones.
La Habana , 6 de febrero de 2008.
René Gómez Manzano
Ciudadano cubano
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