sábado, 26 de mayo de 2007

«No admitiremos venganza. Pediremos justicia»Entrevista con Juan Carlos González Leyva, presidente de la Fundación Cubana de Derechos Humanos.


Luis Felipe Rojas, Ciego de Ávila
viernes 25 de mayo de 2007 6:00:00

Al centro, con gafas, el opositor Juan Carlos González Leyva, flanqueado por miembros del Consejo de Relatores de Derechos Humanos.

Su casa de Honorato del Castillo, en Ciego de Ávila, permanece vigilada constantemente por la policía. Todo el que entra o sale de esta es minuciosamente requisado, y en caso de no residir en la provincia, las autoridades lo expulsan del territorio con urgencia. Juan Carlos González Leyva, abogado invidente, ha sido golpeado con brutalidad; en la prisión intentaron envenenarlo con sustancias tóxicas que quemaban cerca de él.

Su hogar es uno de los mayores centros de recepción de denuncias de violación de derechos humanos. En medio del ajetreo por la noticia de que a Normando Hernández se le había confirmado la tuberculosis, cedió un par de horas y conversó con Encuentro en la Red.

¿Cómo llega Juan Carlos González Leyva al acto temerario de defender los derechos humanos en la Cuba actual?

Al estudiar Derecho, y sobre todo La Biblia, que es el libro que más llega a humanizar el alma, el corazón del ser humano. La Biblia me creó un compromiso de amor al prójimo, de amor a Dios. Y al estar en un entorno social donde se violan los derechos humanos y la situación económica no es la mejor, sentí la obligación de cristiano de expresar mi opinión sobre la situación de Cuba.

El 20 de diciembre de 1993 le envié una carta a Fidel Castro donde le planteaba sobre la situación económica, política y social del país; le decía que el "hombre nuevo" no fue formado por la Revolución, que había una alta corrupción política dentro del PCC y que la Revolución Cubana no era el proyecto que soñó Martí.

En 1994 le hice otra carta a Fidel Castro por el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, donde murieron 20 niños y unas 40 personas. Acusé al gobierno cubano de genocida. Por esa carta fui citado por el MININT y la Seguridad del Estado me abrió un expediente. En 1996 fui expulsado de la Asociación Nacional de Ciegos, donde ya había sido presidente de la provincia, miembro del Congreso y del Consejo Nacional de esta organización.

En 1997 ingresé en la corriente de Abogados Agramontistas y comencé a trabajar como reportero de la Agencia de Prensa Independiente Patria. Cuando hice la carta en 1993, no aspiraba a ser un defensor de los derechos humanos. Solamente actué porque lo consideraba un compromiso con Dios denunciar la situación que estaba afectando al entorno, al prójimo, al pueblo. Esa es la situación de inicio.

Usted trabaja con el espíritu de Gandhi, coincidiendo en esta profesión con el líder indio. Al denunciar, relata, informa: ¿cómo se concilia un periodismo sin cortapisas, directo, y una actitud responsable de observación y denuncia?

Admiramos grandemente a Gandhi, aunque no lo hemos estudiado como hubiéramos querido. No hemos llegado nunca a la estatura de él y creemos en Jesucristo, y es una felicidad para mí el hecho de poder hacer algo a favor del ser humano, inspirado por Jesucristo, tanto como Gandhi,

Como otros reporteros independientes en la Cuba actual, aunque participa en videoconferencias y programas radiales de análisis político-social, la nota informativa y la noticia van en ventaja respecto a géneros como la entrevista, la crónica y el reportaje. ¿No influye esto en su entrenamiento periodístico?

El periodismo independiente que se hace en Cuba no es el mismo de otras partes del mundo. Está muy cercano a la actividad de denuncia de la situación de los derechos humanos y de la denuncia en las prisiones. Esto hace que las actividades sean conciliatorias y que se confunda periodismo independiente con la actividad y los activistas de derechos humanos.

Eso me permite hacer muchas veces la misma labor, por estar trabajando muy cercanamente a los periodistas.

La FCDH tiene como esencia de trabajo la defensa de los derechos humanos. La fundación no sólo es para hacer denuncias, sino que también trata de crear un clima en el país a favor del Estado de derecho, el pluripartidismo y una democracia donde se respeten los derechos humanos. Por eso es que desarrollamos una amplia labor a favor de la sociedad civil, creando agencias de prensa, bibliotecas independientes…

A pesar de ser invidente, la condena a prisión no le amilanó. ¿Cuál es su actitud hacia aquellos represores, los responsables de su enjuiciamiento y los carceleros a cargo de su penitencia? En este mismo ámbito, de cualquier forma se mantiene un vínculo (aunque a distancia) con usted, al ser también un profesional de las leyes… ¿qué opina?

Martí me enseñó a no odiar y La Biblia también. Hay un pensamiento de Jesucristo donde dice que "si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, y si tu enemigo tiene sed, dale de beber, y así amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza".

Sí quisiera que esas personas no siguieran haciendo daño. Sentí mucho cuando el caso de Normando y su tuberculosis inoculada o facilitada por los carceleros, y pensamos que los soldados, los guardias, los oficiales, son instrumentos de represión que al final responden a un sistema: el sistema comunista, a la ideología comunista o al castrocomunismo, que es algo en Cuba muy sui géneris. Porque no hay socialismo, no hay comunismo, sino un castrocomunismo, un partido de izquierda déspota.

La lucha de nosotros es contra el sistema, contra un aparato de gobierno creado por los seres humanos, contra un estado de cosas que existen y dañan a seres humanos, pero no contra las personas. No nos alegramos de la muerte de Fidel Castro, ni del sufrimiento de nadie. Nos alegramos de la felicidad de todo el mundo y de la organización de las personas, la humanización, el progreso y los logros que pueden beneficiar a todos los seres humanos, el amor, la amistad, las virtudes de las personas.

Esa es la esperanza para nosotros, de la humanidad, e independientemente de que en Cuba habrá, cuando Dios lo disponga, un Estado de derecho y unos tribunales totalmente independientes e imparciales que van a administrar justicia a todas las personas que han cometido crímenes bajo la propia ley que lo cometieron. O sea, estas personas que han torturado y han asesinado tendrán que responder ante los tribunales imparciales e independientes por los crímenes que cometieron bajo las leyes actuales, las leyes socialistas que crearon.

No tiene nada que ver esto, pero estamos en contra de cualquier espíritu de venganza que por parte de disidentes o del gobierno se quisiera aplicar sobre estas personas. No admitiremos venganza. Pediremos justicia.

Hay una Cuba futura que late a las puertas del país, a unos pasos en el tiempo. ¿Acaso llegará con ella el fin de su labor como observador? ¿Le ve fin a ese periodismo que viaja a toda velocidad?

La labor de los activistas de derechos humanos va a continuar y será muy necesaria en la transición, y después en los gobiernos post-transición. De hecho, me veo como un activista de derechos humanos con la Fundación en la capital, con su sede con más condiciones en un Estado de derecho donde la organización sea totalmente legal. Nos vemos revisando las prisiones y tratando de crear un clima favorable en el país. Habrá que sembrar una cultura de respeto por los derechos humanos, por la integridad y la dignidad de las personas.

Hay una distorsión muy grande en Cuba sobre el ser humano. Y en todos esos ámbitos culturales, jurídicos, hay que trabajar en la evangelización de las personas que quieran ser evangelizadas. Habrá mucho más trabajo en mejores condiciones en el futuro post-Castro que ahora.

En cuanto a los puntos de vista de los derechos humanos, al periodismo, la prensa será libre y los medios de prensa, la radio, la televisión, sus periódicos, todo aquel que tenga vocación y posibilidades lo harán, y el periodismo será diferente; porque no será un periodismo de guerra, no será un periodismo alternativo, será un periodismo legal y profesional, con más calidad profesional que la actual, porque no somos periodistas de profesión.

Ha tenido la oportunidad de conocer a algunos de los más tenaces luchadores cubanos por los derechos humanos. ¿Tiene como referencia a algún colega, por el valor, la reciedumbre de su personalidad, el profesionalismo y, a la vez, la humildad con que trabaja?

Me asombra mucho la forma de trabajo de Margarito Broche Espinosa. Es una persona normal, un guajiro campesino; él sufrió un infarto en la prisión y estuvo al borde de la muerte. Apenas tiene salud, tiene doce o trece enfermedades. Sin embargo, a veces acostado en su cama, porque no se puede levantar, continúa con un trabajo tremendo de denuncia de los derechos humanos y de crecimiento de la sociedad civil, integrado a todas las labores con las Damas de Blanco, la Fundación Cubana de Derechos Humanos, con la prensa independiente.

No descansa, a pesar del estado de enfermedad y del riesgo que eso implica cuando ocurre un acto de repudio, porque es una persona infartada, tiene problemas de irregularidades en la presión arterial y puede morir. Constantemente está caminando sobre el peligro. Eso es algo que me parece que nadie lo hace ni lo ha hecho.

Evidentemente, hay que admirar también a personas como Martha Beatriz Roque, una mujer que ha encarado dos condenas: una de 20 años, le dan una licencia extrapenal y continúa llevando adelante su trabajo. Independientemente, además de Guillermo Fariñas, hay muchas personas, la lista sería larga, muy larga, porque hay mucha gente buena. Dentro de la disidencia también puedo hablar de las personas que no son tan conocidas, pero tienen una labor tremenda, por ejemplo, familias enteras, como el caso de los Sigler Amaya y de los Ferrer García.

No hay persona más titán en Cuba que Juan Carlos Herrera Acosta, José Daniel Ferrer García, entre muchísimos. El pueblo cubano no se puede decir que se haya corrompido totalmente por el comunismo. Ha sido un país que ha tenido una total deformación amoral, pero siempre hay un remanente de Dios que sigue a lo mejor de la sociedad.

El hecho de no residir en la capital del país, a un paso de las sedes diplomáticas y otras ventajas para la labor que realiza, ¿le hace sentirse en el traspatio de algo o de alguien? ¿Ventaja o desventaja?

Para mí es una desventaja tremenda, para el trabajo con los derechos humanos es también una desventaja, una desventaja en relación con las personas que están en la capital. Y no es un traspatio, es una situación diferente e incómoda para trabajar, de mayor riesgo de represión y de menos auxilio de los medios de prensa.

Aquí no hay prensa acreditada extranjera, aquí no hay embajadas, aquí hay menos población, es más fácil de seguir, controlar, los teléfonos son más fáciles de interrumpir. Nunca hay acceso a internet, pero sí es un gran beneficio para la población de aquí, porque si dejamos de estar por acá, será una bendición irnos, pero para la gente será una situación más difícil. Porque entre Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey y parte de Las Tunas, lo único que hay es la Fundación Cubana de Derechos Humanos, con excepción del Partido Democrático 30 de noviembre "Frank País" y otras organizaciones que tienen un papel importante.

Sobre usted pende aún una condena, envuelta en el disimulo jurídico de la licencia extrapenal, como Espada de Damocles. ¿Tal apremio no le hace pensar en un cambio de estrategia, de perfil, aunque baje un tanto la intensidad de su trabajo?

La prisión hay que tomarla desde dos ángulos. En primer lugar, desde el reo que está en la prisión y está muy enfermo. Por ejemplo, sabemos de la licencia extrapenal de Carmelo, Margarito. Y desde el ángulo de que están presos, son torturados, reprimidos, las familias alejadas a cientos y cientos de kilómetros. La situación de la prisión no tiene comparación con nada. Por lo tanto, a veces nosotros revocamos a los que dicen que amnistía no, pero sabemos que cualquier cosa que beneficie a los presos, los saque de la cárcel y los ponga en libertad, aun cuando sea prisión domiciliar o cualquier régimen que se les imponga, nosotros nos sentimos contentos, consideramos que la persona va a sufrir menos. Para nosotros, la persona, la vida del ser humano, es lo que cuenta, por encima de cualquier política.

Ahora, para el gobierno es un acto de política de beneficio, pues mantiene a las personas bajo un control tremendo: tiene que firmar en la unidad de la policía, informar su situación, está bajo la amenaza de que pueda ser retornado a la prisión nuevamente… El gobierno utiliza todo eso con el ánimo de aterrorizar y con fines políticos.

Todo lo que tenga que ver con los tribunales en Cuba, las sanciones hacia la disidencia, con la extrapenal, la libertad, la prisión domiciliar, la libertad condicional, es un nivel escalonado de represión de mayor a menor. Desde la prisión hasta un arresto por varias horas es una dosis de represión que va disminuyendo, en dependencia de la cantidad de represión que necesita cada persona para ser aterrada, atemorizada o sencillamente limitada en sus actividades de la disidencia.

Aunque La Habana era sancionada de vez en vez en la extinta Comisión de Derechos Humanos de la ONU, persisten los negocios y relaciones con esos mismos países, así como las embajadas culturales y de todo tipo. ¿Es esto un desestímulo o parte de un precio a pagar?

A mí no me desestimula, es un estímulo mayor y eso demuestra que todavía los derechos humanos en el mundo no han logrado el escalón que necesitan, no han sido interiorizados en el corazón y la mente de la mayoría de las personas, de la mayoría de la intelectualidad y los líderes, a pesar de que la humanidad sí ha tenido grandes avances en esta materia.

El mismo Consejo de la ONU lucha y demuestra que de verdad no se defienden los derechos humanos como se deben. En estos momentos hay un pesimismo tremendo, pues, ¿cómo una comisión de derechos humanos en ginebra va tener como juez al gobierno cubano, cuando debería estar como acusado?

Hay organismos como Amnistía Internacional. Esa es nuestra esperanza. Human Right First, la Sociedad Internacional para los Derechos Humanos de Alemania, la Unión Europea.
¿Qué no se cansaría de repetirle a los cubanos?

El amor a Dios, a Jesucristo y al prójimo. En eso Cuba se ha salvado. Y que las personas siempre oren por los que están presos, que piensen en un futuro mejor, que no se conformen con la situación actual, que cada cual empiece a transformarse ahora en el totalitarismo y después del totalitarismo, que no se dejen arrebatar la libertad cuando la tengan próxima, que no permitan que este gobierno u otra persona cualquiera trate de quitarle sus derechos y sus posibilidades económicas, políticas y sociales.

Cuba es un país maravilloso y nosotros también tenemos derecho a la prosperidad y al bienestar.

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