lunes, 12 de noviembre de 2007

El Editorial de Consenso

12 de noviembre de 2007
www.opositorcubano.blogspot.com
Enviado por Manuel Cuesta Murua

Acaba de concluir la 25ta Feria Internacional de La Habana. Un millar de firmas de 53 países, incluidos los Estados Unidos, participaron en este tipo de exposiciones anuales, donde el gobierno cubano intenta demostrar sus conexiones con el mundo y dibujar una imagen de país que se globaliza, pese al embargo norteamericano y a las “condiciones subjetivas” que nos impiden despegar.

Consenso ha tomado el pulso a los ciudadanos y quiere resumir en una pregunta el sentido de estas Ferias para los cubanos. ¿Es Cuba un país económico?

Según las cifras, parece que sí. En la Ronda Empresarial Cuba-USA celebrada en mayo de este año participaron 265 hombres de negocios y empresarios norteamericanos de 25 Estados de la Unión. En ella, por cierto, se supo que casi el 84% de los alimentos que consume el país provienen de los Estados Unidos. En la Feria de este año participaron 213 empresarios de este mismo país y un total de 1, 425 empresas, la mayoría de España. En la anterior, 2006, Cuba firmó contratos y cartas de intención por alrededor de 432 millones de dólares, y ya había adquirido alimentos en los Estados Unidos por valor de 340 millones. En esta Feria, 2007, esperaba cerrar negocios por 450 millones de dólares, a los que habría que sumar los más de 500 millones empleados en la adquisición de alimentos, también en los Estados Unidos. Por otra parte, los spots publicitarios de la televisión cubana dicen, en su última versión, que Washington le ha ocasionado pérdidas al país por cerca de 89. 000 millones, contados en la misma divisa, a pesar de que, desde el 2005, Cuba le viene comprando a un solo Estado de la Unión, Nebraska, 60 millones en mercancías. Si el gobierno norteamericano no tuviera un embargo sobre la Isla, habría que sumar a este río Cauto monetario esa misma cantidad. Finalmente, Jean Ziegler, el sociólogo suizo, Relator del Programa Alimentario de Naciones Unidas, quien condena el embargo norteamericano a nuestro país, declara que Cuba es casi un ejemplo de programas de alimentación para sus ciudadanos.

No vamos a mencionar aquí las cifras también millonarias de negocios con China, el más que generoso subsidio venezolano y otros negocios, tanto mayores como menores, que el gobierno cubano sostiene con otros países, a destacar España, Italia y Canadá. Hasta Irán, en lo que Consenso considera un peligro estratégico y cultural, comienza a mover sus intereses económicos por la Isla.

Cuba está dando la impresión de una tremenda agitación económica con el manejo especulativo de cifras millonarias, con crecimientos que ponen nerviosa a la competitiva economía china, y con la ilusión de que ciertamente nos estamos integrando al mundo sin renunciar, teóricamente, al modelo económico que mal rige la planta económica del país en los últimos 48 años.

Nada más lejos de la realidad. Es una irresponsabilidad del gobierno, y de los medios de comunicación oficiales, la de atiborrar a la gente con cifras reales o mágicas que sólo producen una especie de encantamiento económico en la que los ciudadanos cada vez creen menos.

Cuba no es un país económico. Tampoco, pese a la opinión prevaleciente, es un país político ni ideológico. Cuba es un país que fue y quiere-seguir-siendo-utópico, económicamente congelado en dos ilusiones: la de un país que alimenta a sus ciudadanos y la de un modelo viable que enfrenta el obstáculo de los Estados Unidos.

Es penoso y peligroso para los cubanos que de la primera ilusión participen también organismos especializados de la ONU. La vida cotidiana de los cubanos no justifica ese criterio totalmente injusto con el estómago de muchos niños y niñas que van al colegio sin desayunar; de muchos abuelos y abuelas que no tienen que comer y engrosan las filas del comercio informal en las ciudades; con la desnutrición documentada en muchas regiones del país, sobre todo en las regiones orientales, y con el malabarismo o la lucha -según el verbo más activo en Cuba- de la mayoría de los cubanos, que no pasaría un examen al pairo de Transparencia Internacional, la prestigiosa organización mundial que estudia y documenta informes sobre el estado de la corrupción en el mundo.

La segunda ilusión no se sostiene por los argumentos, sino en la falta de debate. Consenso se opone al embargo norteamericano, y a cualquier política restrictiva que intente obtener resultados políticos mediante la asfixia económica: una técnica primitiva que por cierto aplica el gobierno cubano, sin eficacia, contra los grupos y alternativas que quieren un cambio pacífico en Cuba.

Argumentar la viabilidad del modelo económico en Cuba negativamente es decir, por los obstáculos que interpone un país específico, equivale a reconocer, de otro modo, la poca funcionalidad de ese modelo. Si un solo país es capaz de detener la fuerza de un sistema, el problema es ciertamente del sistema y no de ese país. Se supone, en la jerga marxista-leninista que acaba de ser conmemorada en Cuba el pasado 7 de noviembre, con solemnidad e ideas muy densas, que el sistema económico del socialismo real es el futuro. Por otra parte, se supone también que Cuba no debe comerciar con el enemigo, precisamente porque Cuba es la referencia que tienen todos los pueblos para oponer a ese enemigo.

La agitación económica de un país no se verifica en la solvencia de los Estados. Solvencia, en el caso de Cuba, que sólo significa deudas acumuladas para la nación en el futuro. Ese tipo de agitación se mide mejor por la solvencia de ciudadanos y familias para sostener la canasta básica de su hogar. Mirada así, Cuba es un país que no muere de hambre gracias al hurto famelis que Santo Tomás de Aquino justificaba moralmente para aquellos pueblos a los que no se les permitía literalmente vivir.

Seriamente, Consenso cree que el 26 de julio de este año se identificó en forma inmejorable el principal obstáculo y el mejor diagnóstico ecológico al bienestar alimentario de los cubanos: el marabú. ¿Quién es el responsable del marabuzal de la nación? Allí está, también, el embargo. Si los cubanos no viviéramos humillados en nuestra propia nación, teniendo que abrir nuestras mochilas frente al primer policía de esquina, entonces la ilusión millonaria estaría justificada en la realidad, y la ONU podría tener algo de razón.

Consenso cree que los cubanos saben lo que tienen que hacer, ¿sabe el gobierno cubano lo que tiene que dejar hacer?

12 de noviembre de 2007 (edición del lunes)

Consejo Editorial GM. Consenso

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