domingo, 4 de enero de 2009
¡Cuba, Cuba!
www.netforcuba.org/ Ernesto Lozano / Foto cortesía de Carlos Da SilvaPuedes encadenar mis manos/ puedes engrillar mis pies/ puedes incluso lanzarme al fondo de un calabozo oscuro/ pero no podrás esclavizar mi pensamiento/porque mi pensamiento es libre/
Parece inevitable recordar este viejo poema de Khalil Gibran después de ver la obra del pintor cubano Ernesto Lozano dedicada a un tema que consume buena parte de su inspiración como artista y muchas de sus energías como patriota empecinado en ver, algún día, una Cuba con ciudadanos libres.
Es la búsqueda de la libertad, sin duda alguna, el hilo conductor en la vida de Ernesto Lozano: la libertad de haber escogido vivir fuera de Cuba y de expresarse sobre Cuba no sólo deteniéndose a observar su realidad y a comunicarla, sino también traduciéndola y convirtiéndola en un instrumento para hacer pensar y para ayudar a intentar, al menos, ser mejor cada día.
Esa sensación nos embarga al admirar “Había una vez… una isla”, esta exposición felizmente organizada por la fundación alemana Konrad Adenauer, cuyos desvelos por una Cuba democrática son legendarios y son, también, una honrosa excepción en dubitativa postura de casi toda Europa sobre lo que sucede en Cuba.
Diáfanas, sin trucos pictóricos, ni amarres esquemáticos: estas son las cualidades primeras de las obras reunidas aquí. Y es justamente ello lo que propicia el alcance de la capacidad de Ernesto para mirar el entorno cubano con ojos bien abiertos y sondear las modulaciones del tiempo para plasmarlo luego en pinceladas limpias, transmitiendo así un discurso honesto y sincero.
En “Había una vez…” la sensación de mensaje es inherente porque, por encima de consideraciones estéticas o de resultados comerciales, Ernesto Lozano es un intelectual comprometido. Su trabajo tiene una intención militante por una causa, de confrontación de ideas, de querer cambiar las cosas.
De esa suerte, esta muestra es una denuncia absoluta contra el comunismo cubano, un sistema de gobierno que a lo largo de medio siglo enganchó a Cuba en todas las calamidades políticas, que ató a los cubanos a un universo de promesas sin fin, que sumió a cinco generaciones de personas en el estruendo apocalíptico de la fanfarria, que fragmentó a millones de familias en la sinrazón de una diáspora desesperada.
“El cuento de nunca acabar”, que es el apellido de “Cuba a flote, a flote y a flote”, el nombre de la obra más lograda y reciente de Ernesto sobre el tema cubano.
Es importante señalar que Cuba es la vida de Ernesto Lozano, pero Cuba no es toda la vida de Ernesto Lozano, un pintor pop con una obra diversa, en la que figuran lo mismo cafeteras, que paisajes de Sonora, secuencias sobre la Revolución Mexicana o un conjunto de retratos que captan desde Santino, su amigo de seis años, hasta Tongolele, Andy Warhol o el líder de la disidencia cubana Osvaldo Payá.
Es por eso que “Había una vez…” resulta una joya rara en la extensa obra de Ernesto, porque, siendo un pintor pop por antonomasia, expone aquí únicamente una obra pop, que es la singular “Balseros pop el Mar de las Antillas”, y porque abarca lo más representativo de su “etapa cubana”.
Y es curioso hablar de la “etapa cubana” de un cubano tan cubano, pues nació en Holguín, donde Cristóbal Colón descubrió Cuba el domingo 28 de octubre de 1492, y donde lo único que se sabe de su primera impresión es a través de la pluma del padre Las Casas. “Nunca cosa tan hermosa vido”.
Pero la Cuba de “Había una vez” no es la tierra más hermosa que ojos humanos vieron, ni tiene las playas más lindas, ni las tierras más fértiles, ni las vacas que más leche dan, ni las bailarinas más notables, ni los boxeadores más duros, ni los peloteros mejores, ni los médicos más capaces, ni la mejor música del mundo.
Es la Cuba de los perdedores vestidos por el enemigo, mantenida por una emigración despreciada por el gobierno, la de millones de personas que rumian rezos de furia, de fracaso y de tristeza porque ven pasar sus vidas sin sentirse útiles ni conocer cuáles son sus talentos, después de haber sido destinadas a estudiar la profesión que necesitaba el sistema y no la que ellas querían.
La Cuba de Ernesto es una patria que parte. Que nunca se queda. Que se dispara, en estampida. Una Cuba que duele.
Es también la isla de un cubano decente; de un hombre que demuestra en cada gesto que solidaridad no es regalar lo le sobra, sino compartir lo que tiene. Un tipo entrañable, que cuida amorosamente de tu hijo si estás ocupado y no puedes hacerlo tú mismo, un cómplice que sufre con tus derrotas y vibra con tus éxitos. Un amigo de verdad, de esos que nunca piden nada y siempre dan.
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¿Pero, qué son, finalmente, estos 10 cuadros, además de constituir una búsqueda incesante de las formas, un manejo plástico diferente, un encuentro constante con la belleza?
Son, en definitiva, una obra aguerridamente militante y un cuestionamiento de la situación en que se encuentra Cuba como país.
¿Quiénes son los cubanos, qué han logrado, de dónde vienen, hacia dónde van. Y, si son o han logrado algo, vienen de algún lugar o van hacia otro, esto quiere decir que ¿se encuentran en el inicio de sus sueños como nación, o al final de sus objetivos como sociedad?
Pero “Había una vez” no sólo pregunta, sino que responde, amparado en la belleza plena y gozosa de obras como “Atrapados sin salida”, “La isla de los milagros” o “De frente y luchando”.
La respuesta es que Cuba es hoy una isla desdichada, abandonada a su suerte y habitada por una estirpe laboriosa, pero prisionera de un mar que empieza y termina siendo “la maldita circunstancia del agua por todas partes”.
Uno ve aquí la perfección plástica de “Por el mar de las antillas”, con el barquito de sus canciones infantiles extraviado en un mar de sufrimientos, y no le queda más que apenarse por el destino de Cuba, de sentir pesadumbre porque, después de 500 años, la isla siga en la soledad de siempre y con la misma mala suerte.
Que de poco haya valido ser la perla de la corona de tres imperios seguidos: España, Estados Unidos y la Unión Soviética, haber hecho cuatro revoluciones radicales y sangrientas en los últimos 150 años, cuando decenas de países no han hecho ninguna; o ganar guerras a 10 mil kilómetros de sus costas.
Que, después de tanto, los cubanos no sean dueños de su destino, que su futuro se disuelva en crepúsculos de discursos y mesas redondas, que no les esté permitido entrar y salir libremente de su patria, que puedan ir a la cárcel por decir lo que piensan o deban vivir en suelo extraño para tener la posibilidad de un coche, de comer carne de res y tomar cerveza, sin que signifique un lujo.
Todo esto lo gritan, a pincel partido, estas islas de periódicos, estos remos prestos a palear las aguas del Estrecho de la Florida y del Golfo de México, estos ángeles inocentes que descorren un velo de cerrazón, estas anclas rusas que insisten en afincarse en el fondo del Mar Caribe.
Pero, la verdad es que expresan mucho más que desazones. Porque en esos azules y rojos amorosamente pintados por nuestro querido Ernesto Lozano afloran y se atisban una Cuba nueva y unos cubanos diferentes, con esperanzas y unas ansias irrefrenables de vivir, unos deseos galopantes de empezar de nuevo.
Unos azules y unos rojos que, advertidos en toda su luz, provocan que, solo en tu casa, tararees una canción, riegues las plantas o le eches comida a los gorriones, que friegues los platos del desayuno, que salgas corriendo para coger el Metrobús o te enjuagues la boca con colonia antes de ir al cine con una muchacha.
Porque todo eso quiere decir que te has vuelto a enamorar, que a pesar de los pesares estás vivo y que alguien ha llamado a tu puerta y va a lavarte las heridas, a darte de beber su saliva, a mirarse en tus ojos.
Eso es “Había una vez…una isla”: unos periódicos convertidos en patria, unos remos que avanzan hacia la libertad, unos barcos que navegan al futuro, unos mares revueltos que nos hacen pensar que hay una Cuba posible, una Cuba que espera, una Cuba que aspira.
Que es una isla única. Y que no se deshace en la memoria.
---fin—
Rubén Cortés; México, DF, 20 de noviembre de 2008
* Para conocer sobre la obra de este extraordinario pintor cubano, favor de visitar:
http://ernestolozano.artelista.com
y su blog personal: http://ernestolozano.blogspot.com/
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