Alexei Ramírez, el cubano que más rápido se ha establecido en las Mayores y el primer novel que dispara cuatro grand slam en su primera temporada.
Alberto Águila, Miami | 14/10/2008
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Alexei Ramírez, de los Medias Blancas, luego de su grand slam frente a Detroit, el 29 de septiembre de 2008
Alexei Ramírez, de los Medias Blancas, luego de su grand slam frente a Detroit, el 29 de septiembre de 2008. (AP)
Del pinareño Alexei Ramírez se hablará durante mucho tiempo. Este joven de 27 años ha dejado para los libros una proeza en Grandes Ligas, al convertirse en el primer novato que dispara cuatro jonrones con bases llenas en su primera temporada, con los Medias Blancas de Chicago.
Todas sus conexiones con los ángulos repletos fueron de importancia, en especial la última, que permitió que su novena derrotara al Detroit y, con ello, ir a un juego decisivo donde venció al Minnesota, equipo con el que discutía el ansiado pase a los play-offs.
El vueltabajero, que en 2007 jugó la serie nacional, entra también a los récords como el pelotero cubano que menos tiempo ha demorado en llegar y establecerse como regular en Ligas Mayores, sin pasar por ningún equipo de la cadena de sucursales que tiene cada organización, algo que muy pocos jugadores han conseguido en el béisbol moderno.
Al salir de Cuba, su traspaso de amateur a profesional fue vertiginoso: sólo 11 veces al bate con Leones del Escogido, en República Dominicana. De ahí pasó al campo de entrenamiento del Chicago, donde mostró que podía jugar varias posiciones: el primer día de esta temporada alineó como jardinero central.
El despertar
Probablemente, el pasado 31 de marzo, jornada en que abrió este año el Big Show, resulte inolvidable a Ramírez —colocado como primer bate—, porque los pitchers de los Indios de Cleveland le propinaron 3 soberanos ponchetes en 4 veces al plato.
El mes de abril fue terrible: en 29 veces al bate sólo produjo 4 hits y un raquítico average de 138. Hasta pensaron en enviarlo a las Menores, pero el manager Ozzie Guillén, con su visión impactante, le dejó jugar.
En mayo comenzó a adaptarse al pitcheo de la Gran Carpa, cuando disparó 18 imparables en 61 turnos, con 295 de promedio. En junio, ya instalado como segunda base, llegó hasta 33 indiscutibles en 93 veces, con 355 en sus numeritos. Los elogios comenzaron a llover para el recién llegado, que, como séptimo bate, llamaba la atención al formar alrededor del segundo saco una gran combinación con el estelarísimo short stop Orlando Cabrera.
Para los que siguen el béisbol mayor, no es secreto que los jugadores están "bien afilados" entre julio y septiembre. Pues bien, fue en ese momento que Ramírez se destapó con el madero y fue uno de los mejores bateadores de los Medias Blancas, por encima del tercero, cuarto y quinto hombres en la alineación.
Pasó por encima de los potentes toleteros Jermaine Dye, Paul Konerko y Jim Thome. Los datos así lo aseveran: en ese trayecto Ramírez fue a la caja de bateo en 293 oportunidades, con 84 hits, 16 jonrones y 53 impulsadas.
Para la pelota cubana, Ramírez también registra un hecho transcendental: primer jugador de posición que en su primer año llega de cero hasta la denominada Serie Divisional, donde su novena se midió con el sorprendente Tampa Bay, que le venció en 3 de 4 partidos, para seguir la pugna por el primer lugar de la Liga Americana.
Sus cifras finales ofensivas fueron 136 juegos, 480 veces al bate, 139 hits, 22 tubeyes, 21 jonrones y 77 impulsadas, con average de 290.
Al campo cometió 11 errores en 127 juegos, con promedio de 981, que le valió para ser octavo entre los 14 defensores del segundo cojín (uno por cada equipo). Durante la contienda, realizó fildeos impresionantes hacia ambos lados del terreno y se comportó como si toda la vida hubiera jugado esa difícil posición.
Primerizos
En cien años, sólo un grupo reducido de cubanos ha llegado con celeridad a Grandes Ligas: los lanzadores Liván Hernández, Osvaldo Fernández y Ariel Prieto.
"Liván llegó como un meteoro y se estableció enseguida en Grandes Ligas. Tanto lució en su primer año, que después fue escogido como el Más Valioso de los play-offs de la Liga Nacional y de la Serie Mundial de 1997", dijo vía telefónica a CUBAENCUENTRO.com el veterano cronista deportivo Ángel Torres, autor de varios libros que recogen el quehacer de los cubanos desde hace más de un siglo en los diamantes beisboleros.
"No obstante, el hermano del Duque debutó como profesional en 1995, con Tigres del Licey, en la contienda invernal de Dominicana, con balance de 4 victorias y 3 derrotas, y 2,30 de carreras limpias. En el verano del 96, los Marlins, que ya le habían contratado, lo enviaron al Charlotte Triple A para coger experiencia y de ahí bajó a Doble A con el Portland", recordó Torres, que desde hace años comenta también los juegos del Big Show para la cadena de televisión Fox Sport en Español.
Sobre el derecho Osvaldo Fernández, nacido en Banes, Holguín, Torres comentó: "Este lanzador también actuó en 1995 en tierras dominicanas, pero con Leones del Escogido, con una cosecha de 1-1 y 4,45. Fue adquirido por el San Francisco el 16 de enero de 1996; actuó como abridor en Ligas Mayores el 5 de abril de ese año, en una campaña donde ganó 7 juegos y perdió 13, en 171 entradas de actuación".
"Ariel Prieto también subió vertiginosamente; estuvo primero con los Soles del Palms Springs en 1995, antes de arribar al Big Show con Oakland, y su primera salida fue el 2 de julio como relevista contra Angelinos de California. Por cierto, su primer contrario fue Damion Easley, a quien le pegó un pelotazo en el antebrazo. Trabajó 2 entradas y no le pegaron hit. Probablemente era el de más condiciones, pero rápidamente afrontó dificultades con su brazo", señaló Torres desde Los Ángeles, minutos antes de tomar un avión para dirigirse a Florida y trasmitir los primeros topes de Boston-Tampa Bay por el banderín de la Liga Americana.
Minnie y Oliva, ¡qué novatos!
Fue en la temporada de 1951 que Orestes Minnie Miñoso, a los 29 años de edad, se convirtió en la sensación de los Medias Blancas de Chicago (138 juegos), tras comenzar con el Cleveland (8 juegos). Miñoso terminó la contienda con 323 de average, y bateó, corrió y fildeó como un coloso en el inicio de una carrera extraordinaria.
El bólido de Matanzas ya tenía los pantalones bien puestos y el cinto bien amarrado. Había jugado la fuerte pelota profesional cubana y se había distinguido en las Menores con Dayton y San Diego.
En su temporada inicial fue líder en bases robadas con 31 y uno de los tres primeros latinoamericanos en el Juego de las Estrellas, pero el título de Novato del Año "se lo arrebató" la Asociación de Cronistas Deportivos: era de piel negra, cuando todavía el racismo campeaba en Grandes Ligas. Se lo otorgaron al segunda base Gil McDougald, jugador de los Yankees que se vio superado por el cubano en todos los aspectos.
No obstante, le concedió la distinción la popular revista Sporting News, de gran importancia en el béisbol de entonces. A McDougald, lejos de calificarlo por lo que había realizado en la contienda de 164 juegos, le tomaron en cuenta exclusivamente su destaque en la Serie Mundial de seis juegos contra los Gigantes de Nueva York.
Pocos años después, apareció el fabuloso bateador zurdo Tony Oliva, otro vueltabajero que ganó la corona de bateo en 1964, con promedio de 324, y la distinción del Novato del Año con el equipo de Minnesota. Fue líder en hits (217), tubeyes (43) y anotadas (109), además de disparar 32 cuadrangulares y remolcar a 94.
Como si esto fuera poco, en su segundo año fue también "champion bate" y su average alcanzó los 321. Con antelación, Oliva arrasó con su formidable ofensiva en Ligas Menores, primero con el Charlotte (1962) y, en 1963, con el Dallas-Forth Woth.
Seguramente, en la votación que se hará dentro de poco para escoger a los más distinguidos de la contienda, el título de Novato del Año en la Liga Americana recaerá en Evan Longoria, un extraordinario talento con el bate y el guante que juega la tercera base del Tampa Bay; y el segundo puesto sea para Alexei Ramírez.
De no haber dado el importante paso de salir de la Isla para jugar pelota profesional, Ramírez estaría ahora en la preparación del equipo Pinar del Río, esperando con ansiedad que llegara marzo de 2009 para intentar integrar el equipo Cuba, salir al exterior y ganar un puñado de dólares para apenas mitigar las penurias actuales del país.
© cubaencuentro
martes, 11 de noviembre de 2008
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