lunes, 17 de noviembre de 2008

Sobre un arriero democrático

Guillermo Fariñas Hernández, Cubanacán Press


SANTA CLARA, febrero 28 (www.cubanet.org) - Algunas teorías sociológicas plantean que los individuos residentes en las montañas poseen rasgos que los distinguen de otros seres humanos. En la provincia cubana Villa Clara, los únicos montañeses son los que habitan la cordillera del Escambray.

El refranero popular identifica a los buenos hijos del municipio montañoso Manicaragua con una frase que lo abarca todo: "Ese guajiro tiene alma y corazón de arriero". Con la frase referida se identifica al campesino de esa zona como una persona trabajadora, sociable, valiente, independiente, perseverante, temeraria y bondadosa.

Un día significativo del tumultuoso año 1980 se produjo una ruptura espiritual y simbólica con el régimen castrista. El director de la empresa provincial de viveros y floricultura, Arturo Pérez de Alejo, se negó a participar en los actos de repudio fascistoides organizados por la policía política contra quienes intentaban emigrar del paraíso socialista criollo.

Alejo, militante del Partido Comunista de Cuba, no se hizo ilusiones con la nota que la semana posterior a los hechos se publicó en el periódico Granma, criticando los progroms fidelistas. Él se había atrevido a desafiar abiertamente la línea del iluminado máximo líder.

Sabía que para nada serviría su misión internacionalista en Angola, como artillero-computador de una batería BM-21 de lanza cohetes múltiples de fabricación soviética. Sus medallas, ganadas en los campos de batalla, se les estaban derritiendo poco a poco.

Sabía que su título de topógrafo sería automáticamente invalidado, y sus esfuerzos estudiantiles por graduarse en la escuela "La Carlota" serían vanos para continuar ejerciendo la profesión con que tanto soñó desde pequeño.

Pérez de Alejo tuvo esperanzas en el período de la perestroika y la glasnost, pero erró nuevamente. La implantación en Cuba del período de rectificación de errores y tendencias negativas, en la práctica, fue contra la perestroika.

Lo que sí acabó por poner una nube de luto en la ya lacerada espiritualidad de Arturo Pérez Alejo fue la farsa devenida en tragedia que significó la causa No. 1 y el posterior fusilamiento del General de Division y héroe de la República de Cuba, Arnaldo Ochoa Sánchez.

Alejo comenzó a escuchar con pasión la programación de las radioemisoras del sur de Florida. A través de ellas se ilustró sobre los grupos pro democracia en la capital del país. En 1994 decidió integrarse a las organizaciones disidentes radicadas en Ciudad de La Habana, y en 1996 pasó a integrar las filas de un movimiento contestatario en la región central de Cuba.

El paso más temerario que dio Arturo fue la fundación de la organización independiente de derechos humanos "Escambray", que se extiende por la cadena de montañas del centro del país, incluyendo los municipios de las aledañas provincias de Cienfuegos y Sancti Spíritus.

En la Primavera Negra de Cuba, en 2003, la policía política no podía olvidar que un hijo del Escambray, con alma, corazón y pantalones de arriero, llamado Arturo Pérez de Alejo Rodríguez, conocido por "Pecho de mulo", creó una agrupación opositora de "arrieros democráticos" como él, en una zona neurálgica.

Hoy, Arturo está tras las rejas en la prisión cienfueguera de Ariza, condenado a 20 años de cárcel por un delito de opinión: "actos contra la soberanía y la integridad territorial del Estado".

Pero me ha dicho por teléfono: "Soy libre, porque la libertad se lleva en la mente".

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