lunes, 7 de julio de 2008

Barbarie

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - No voy a referirme al neoliberalismo y mucho menos a los barriles de petróleo que consume diariamente Estados Unidos, sino a “la compleja realidad nacional”, como denominó a nuestro país el jefe ideológico del Comité Central del Partido Comunista, durante las sesiones del reciente VIII Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba.

Para hacerlo, no me basaré en el paisaje cotidiano que veo a diario. Utilizaré la propia prensa oficialista de los últimos días que, bajo la consigna de “Más Socialismo“, está reflejando las graves complejidades actuales de nuestra sociedad.

Pese a los tiempos de paz, el régimen castrista multiplica los fusiles, pretende subir el precio al pasaporte más caro del mundo, reconoce que en la Isla decrece la población, que continúan desapareciendo cubanos en el Estrecho de Florida y sobre todo, clausura decenas de fábricas clandestinas con el decomiso de sus artículos de primera necesidad, que las fabricas estatales no producen.

Pero hay mucho más: El pasado 17 de junio el periódico Juventud Rebelde nos hizo saber que la señora Blanca Núñez, vecina de Heredia 257 en el reparto Santos Suárez, en La Habana, denunció que en su patio hay un foco de aguas albañales desde 1978, lo que ha ocasionado que hasta los cimientos de la casa hayan cedido y la cisterna de agua permanezca contaminada ¡durante treinta años! Casos como este se repiten a diario sin que el gobierno, a través de Aguas de La Habana, encuentre la solución.

¿Y qué decir de la higiene de la ciudad habanera? En Granma, órgano del Partido Comunista, se publicó esta nota: “La situación en diferentes municipios de la ciudad, con la presencia de micro vertederos y algunos no tan micro, tiene un efecto en el estado de ánimo de la población de un incalculable valor político, que comienza cuando no pocos dicen: Esto no hay quien lo arregle”.

¿Y qué decir de las decenas de miles de cubanos que suben a diario veinte pisos durante años y años? No importa si son niños o ancianos. Se trata de antiguos y modernos edificios, de propiedad estatal, cuyos ascensores norteamericanos, franceses y soviéticos dejaron de funcionar hace mucho tiempo.

Y por último me pregunto: si Fidel Castro calificó de bárbaro el hecho de que la policía de la anterior dictadura asaltara y destruyera el estudio del escultor Fidalgo, tal como lo denunció en las páginas de la Revista Bohemia en 1953, ¿cómo llamar entonces al socialismo cubano, con una capital que yace a oscuras, entre ruinas, escombros y basura; a nuestras playas, donde los desechos se apoderan del espacio, según su propia prensa?

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