JORGE EBRO
El Nuevo Herald
Un viejo refrán cubano dice que uno nunca debe enredarse en las patas de los caballos, pero a Carlos Juelle y José Prieto las del potrillo Gayego les ha traído más de una alegría.
Aunque su nombre no suena tanto como el de los favoritos Big Brown, Eight Belles y Colonel John para el Derby de Kentucky, Gayego podría convertirse en la gran sorpresa de la primera joya de la triple corona del hipismo estadounidense.
Cuando Juelle y Prieto compraron a Gayego por $32,000 en el 2006, no imaginaron que el caballo se convertiría en una verdadera máquina de correr al punto de conquistar el prestigioso Derby de Arkansas en ruta hacia la prueba de Kentucky.
Juelle y Prieto se conocieron en Estados Unidos, pero la amistad los hizo inseparables y cada septiembre, desde 1992, se dedicaron a comprar -con un presupuesto modesto- un potrillo en las subastas de Keeneland.
El sueño era encontrar un diamente escondido entre tantos equinos con la esperanza de desarrolar un verdadero triunfador, un animal con madera para la legendaria pista de Churchill Downs. Luego de 18 años de búsqueda lo lograron con Gayego.
Gayego fue pasado por alto por muchos compradores por padecer de una lesión en el casco trasero izquierdo, pero donde otros vieron un problema este dúo de cubanos notaron una oportunidad.
Gayego conquistó su primer triunfo en noviembre pasado en Hollywood Park y luego en enero venció en la carrera San Pedro Stakes en Santa Anita, California, antes de terminar segundo el 15 de marzo en San Felipe.
Pero la consagración vino a mediados de abril en Arkansas, cuando el caballo se impuso a otros favoritos y alcanzó para sus dueños un premio de $600,000 -ya suma más de $700,000 en premios.
Un éxito en el Derby sería una especie de consagración para Juelle y Prieto, quienes llegaron a Estados Unidos en busca de la libertad que les había sido negada en su país por el gobierno comunista.
Médico retirado de 78 años, Prieto estuvo muy cerca de enfrentar el paredón en Cuba por sus actividades contrarrevolucionarias y pasó cinco años en prisión; mientras que Juelle, un contador de 68, pasó casi dos años en trabajos agrícolas por su oposición al régimen.
El primero llegó a Estados Unidos en 1973, luego de una estancia en España y su compañero lo hizo en 1970. Poco después fundaban el establo Cubanacán y soñaban con tener algún día un potro en el Derby de Kentucky.
Ese día es hoy.
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