jueves, 14 de agosto de 2008

Comida en mal estado intoxica a cubanos

DARSI FERRER
LA HABANA

La jovencita Maydelín jamás imaginó que terminaría la celebración de sus 15 años ingresada en la sala de un hospital junto a varios de sus invitados, víctimas de una intoxicación alimentaria tras comer las pastas y croquetas del buffet ofrecido en el salón del Bar-Restaurante El Asia, en el barrio capitalino de la Víbora.

Las primeras manifestaciones de la enfermedad aparecieron en plena fiesta, cuando algunos de los muchachos comenzaron a presentar náuseas, vómitos, diarreas, dolor de cabeza y fatiga. En total, más de una decena requirió atención médica y fueron hospitalizados los que tuvieron signos de deshidratación y depauperación del estado general.

También por esos días ocurrió una situación similar durante la fiesta de fin de curso de la escuela Gustavo Almeijeiras, en la localidad del Diezmero. En esa actividad la ingestión de alimentos en mal estado provocó que decenas de niños enfermaran súbitamente, y varios de ellos fueron hospitalizados de gravedad, se reportó.

Tradicionalmente en verano aumenta la incidencia de brotes de enfermedades diarreicas, incluidos los cuadros de toxiinfección por víveres contaminados. Se conoce que en las últimas semanas las salas de urgencias de los hospitales de La Habana reflejan un incremento alarmante del número de casos diagnosticados con esas patologías, situación que se torna preocupante, según el testimonio de especialistas de la salud.

Las intoxicaciones alimentarias ocurren por la exposición a sustancias tóxicas en los alimentos. Se desencadenan por la acción directa de bacterias patógenas, virus, parásitos, o por el producto nocivo de sus metabolitos, así como por algunos pesticidas, metales pesados, solventes y medicamentos.

Los grupos poblacionales con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad son los niños, ancianos, mujeres embarazadas y quienes presentan alguna patología de base, como los diabéticos o inmunodeprimidos. Además, influye en las manifestaciones del cuadro clínico la calidad y cantidad del tóxico que se ingiere.

La propagación de enfermedades a través de alimentos contaminados se relaciona, en gran medida, con irresponsabilidades en el control de las normas estipuladas para evitarlas. Se dan los casos de personas enfermas o portadoras de enfermedades infectocontagiosas que manipulan alimentos en las unidades de servicios gastronómicos. Otra vía es la interacción de vectores de enfermedades con los víveres.

El agua contaminada también puede funcionar como agente transmisor. No menos importante resulta el no garantizar una adecuada temperatura para la conservación de los alimentos, o los procesos incorrectos de cocción a la hora de su elaboración para el consumo.

En los establecimientos de gastronomía que ofrecen servicios a los cubanos en moneda nacional, es costumbre que los alimentos estén expuestos a la intemperie, donde la suciedad, las moscas, cucarachas y hasta ratas, forman parte del panorama cotidiano.

Muchos empleados de esos lugares se quejan por la falta de personal de limpieza, de las dificultades en el abasto de agua y las carencias de utensilios como vasos, cucharas, detergentes, desinfectantes y otros materiales necesarios para la manipulación de los comestibles.

La situación es igualmente crítica en los agromercados, que con frecuencia están "decorados'' en sus exteriores con vertederos de desechos sólidos.

En casi ninguno existen equipos de refrigeración y las carnes en venta pasan largas horas a temperatura ambiente expuestas en mostradores improvisados desprovistos de la cubierta de baldosas.

Una realidad diferente presentan los bares y cafeterías del área dólar, con aire acondicionado, utensilios desechables, materiales y personal de limpieza, entre otras condiciones que les permite a los empleados trabajar respetando las normas higiénicas.

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