domingo, 21 de diciembre de 2008

De Guanabo me han dado un recado

Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Guanabo se levanta a 30 kilómetros al este de la capital. Como en toda playa que se respete, abundan por aquí las curiosidades. La primera está en el nombre. En lengua indígena significa: guano (palma), y abo (pluralidad); es decir, Guanabo sería un palmar. Sin embargo, ni una sola palma resguarda la villa.

Es curioso también que a esta población, con más de un siglo de existencia, se le llamara “pequeño Miami”. Contaba con numerosas bases náuticas para yates de recreación y pesca. Ahora no tiene ninguna. La última desapareció hace veinte años. Se encontraba en la desembocadura del rio. El arrastre de arena ocasionado por el movimiento de las olas taponeaba la entrada y salida en la línea de la costa. Cada cierto tiempo se limpiaba. Pero la solución radical de las autoridades revolucionarias fue comunicarles a los propietarios de embarcaciones que levaran anclas y se fueran con sus barcos a otro puerto.

Guanabo y las playas adyacentes disponían de docenas de hoteles y taquillas a lo largo de la línea costera para facilitar el flujo de veraneantes todo el año. Las taquillas desaparecieron, y el bañista no tiene donde guardar la ropa y darse una ducha antes de regresar a casa. Incluso las taquillas, grandes, cómodas, construidas en 1970 en el parque principal de Guanabo, se fueron a bolina. En el lugar se levanta una tienda recaudadora de divisas.

En ese parque se construyó también una discoteca con ranchones de guano donde se bailaba. Los desórdenes causados por los que siempre se exceden a la hora de beber, trajeron como consecuencia el cierre de la discoteca a la que asistían turistas extranjeros y cubanos.

Hace unos días, los residentes del barro Peñas Altas amanecieron entre sorprendidos y risueños. En sus oídos resonaba la voz potente de un policía a través del equipo de su auto (parlantes de por medio), conminando a los vecinos a que no dejaran ropas secándose en las tendederas de patios y balcones, para protegerlas de los cacos que andan sueltos por la playa.

Y, curiosidad de curiosidades: los árboles de la Quinta Avenida, la principal de Guanabo, fueron podados el otro día para que los huracanes no hagan de las suyas. La temporada de ciclones empieza el 1 de junio, y termina el 30 de noviembre.

-Se trata de una poda adelantada, y así vamos ganando tiempo para enfrentar la ventolera que viene –se comentaba en las bodegas, paraderos de guaguas, y en la arena.

La cafetería América, construida hace más de cincuenta años, situada en Vía Blanca y calle 462, era otro emblema del pueblo, oasis donde se espantaba el calor entre refrigerios y sonrisas. Como en una estampa de Macondo, la cafetería desapareció. El viajero que pase por allí recibirá el golpe del asombro en pleno rostro cuando se encuentre, donde estuvo América, una bodega con todas las de la ley donde se vende arroz, frijoles, azúcar, latas de lo que aparezca, todo por la libreta de racionamiento.

Y como si fuera poco, querido lector que alguna vez te bañaste en estas aguas, el viejo puente de madera que dividía Guanabo de Boca Ciega, cantó su último tango, sepultado por el tiempo y la desidia.

Pero, cantemos, son tiempos navideños, y hay que alegrar el alma y el cuerpo: De Guanabo me han dado un recado, y me han dicho que a ti te lo dé.

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