domingo, 28 de diciembre de 2008

Una lucha contra la desesperanza.

PEDRO CORZO

Mas allá de la voluntad, la realidad se impone, y por eso las estrategias impulsadas por la oposición al régimen cubano durante la implantación del totalitarismo han estado sufriendo una severa metamorfosis, aunque la intención original de provocar cambios políticos en la isla recurriendo a la fuerza o a la acción cívica, no han dejado de ser en ningún momento elementos presentes en los factores que contrarios al totalitarismo insular.

En los primeros años un sector de la población de la isla descontento con el Nuevo Orden asumió la tradición de la lucha armada como medio para impedir el proceso de sovietización de Cuba. Esa estrategia que se manifestó dentro y fuera del país no triunfó y fue disminuyendo con el tiempo, y sus manifestaciones, aunque continúan en la voluntad de muchas personas, no inciden en la actualidad en el proceso de cambio que promueven sectores que se oponen al totalitarismo.

La lucha fue cruenta. La guerrilla armada, básicamente integrada por campesinos, se hizo presente en todas las provincias de la isla, tanto en llanos como en montañas. Un movimiento clandestino poderoso apoyaba a los insurgentes y realizaba actividades contrarias al gobierno que complicaban seriamente sus planes de instaurar un poder absoluto. Miles de muertos en combate y ante el paredón de fusilamiento, decenas de miles en prisión donde extinguieron en conjunto millones de días-cárceles.

Un exilio activo, dedicado y comprometido con el regreso. Expediciones clandestinas a la isla con el propósito de acopiar información, establecer focos guerrilleros y realizar actos de sabotajes. Denuncias internacionales, conferencias y contacto públicos para denunciar lo que acontecía y sigue sucediendo en Cuba. Un destierro que realizo acciones contra intereses del régimen en el exterior y contra sus asociados fuera de Cuba. Un exilio que también conoció la cárcel en prisiones extranjeras y sumó nombres al martirologio de la nación cubana.

La estrecha asociación con la promisoria Unión Soviética le facilitó al régimen medios para proyectarse internacionalmente y recursos para crear al interior una infraestructura capaz de controlar todas las manifestaciones de la sociedad. La promesa de un mundo más justo y de oportunidades, germinó en una mayoría anónima que renunciaba a sus derechos por atisbar el paraíso anunciado.

Esa población entusiasta, crédula, convencida de poseer la verdad y hábilmente conducida por una eficiente vanguardia se perdió en el laberinto de la indolencia y la ineficiencia, y en la ignorancia supina de que sus sueños estaban cimentados en la pérdida absoluta de su soberanía personal y en la esclavitud, prisión y muerte de una minoría que se iba extinguiendo en la misma medida que se fortalecía el nuevo régimen.

El ciudadano se auto convenció de que el nuevo orden era inmutable. La percepción de un estado omnipotente y omnipresente impregnó la conciencia del individuo, tomando entonces la decisión de ignorar sus derechos a cambio de la solución de sus problemas personales. El fatalismo de que todo estaba preescrito y diseñado, que las querencias y necesidades del individuo y la comunidad eran magistralmente interpretadas y satisfechas por la invencible Vanguardia contaminó de tal forma al ser social que este rechazaba de forma radical aquellos agentes extraños a la naturaleza a la que había decidido integrarse.

El tiempo pasó y el nuevo orden se impuso. Una religión tomo el poder y a los ciudadanos. Se inició una gran marcha hacia el futuro en la que los caminantes fueron perdiendo las ideas, los derechos, la comida y empezaron a andar descalzos, pero ese andar en pos de un futuro luminoso no hacía posible olvidar las miserias del presente.

Mucha gente dio lo mejor de si, por eso cuando llegó la cosecha de desencantos y frustraciones la voluntad de trabajar para un cambio prácticamente no existía. Aquellos hombres aunque no eran inocentes, tampoco eran culpables, simplemente habían sido seducidos por una secta tan intolerante que convertía en verdugos a sus propios fieles.

La nueva fe fue perdiendo feligreses, fueron muchos los fracasos y los errores, y la interminable opresión se hizo insoportable hasta para sus hacedores. El golpe final llegó cuando el Olimpo fue destruido por sus propios dioses, y la consecuente frustración multiplicó la indolencia, y el egoísmo germinó con fuerza avasalladora. La miseria escaló todas las cúspides, el frágil piso ideológico elaborado a partir de la destrucción de los valores tradicionales de la sociedad se quebró y dejó innumerables cicatrices de difícil curación.

Entonces el individuo optó por sentarse a la vera del camino dejando de hacer, y solo actuar para cuestionar a los que estaban dispuestos a asumir el riesgo de sembrar una nueva simiente, porque a pesar de los muchos esfuerzos por extirpar todo vestigio de soberanía personal sobrevivieron reductos que en cuanto les fue posible irrumpieron en un devastado panorama en el que predominaba la doble moral.

Por años, en unas catacumbas virtuales, los sobrevivientes preservaron y laboraron discretamente por conservar su libertad y no perder la percepción de sus derechos. Fue peligroso, lento, agotador. A veces la familia no entendía y los amigos mas próximos tampoco. Era un predicar sobre arenas calientes en las que rebotaban palabras que podían conducir a la cárcel. Pero lo peor era la soledad, la incomprensión y la maledicencia, porque hería saber que el cinismo reinaba sobre las mayorías.

Pero el agotamiento del discurso oficial y la comprensión de la realidad motivó el surgimiento de otros laborantes que crearon nuevas formulas y estrategias que sin procurar el fin del orden establecido, lo atacaban y demandaban un respeto a la dignidad humana que afectaba a la propia naturaleza del sistema. Esas formas evolucionaron y de esos grupos autodenominados defensores de los derechos humanos surgieron organizaciones de la sociedad civil que demandaban reformas y cambios dentro del propio sistema.

La madurez de propósitos no fue fácil. Hubo que romper con los miedos pero también con los simbolos.La sustitución de la Patria por la Revolución se infiltró en la conciencia ciudadana y atacar una, era denigrar de la otra. Un juego sucio pero hábil el del régimen, por eso la mayoría de aquellos primeros críticos que fueron sustantivados como disidentes, decían no querer el fin, solo reformas. En ocasiones, las denuncias que proferían, eran muchas veces apuntaladas en ataques contra todo lo que antagonizara directamente al régimen. A veces lo hacían por convicción, otras por pura sobre vivencia.

Ese esfuerzo, en principio individual, por rescatar la dignidad personal y nacional, dio origen a definidos movimientos defensores de los derechos humanos. Alrededor del Defensor solitario y aislado se crearon minúsculas agrupaciones. Esas formas evolucionaron y de grupos defensores de los derechos humanos surgieron organizaciones de la sociedad civil que demandaban reformas y cambios dentro del propio sistema.

Recordemos que se les decía disidente porque muchos no se consideraban contrarios al proceso y solo demandaban reformas en el mismo. Era habitual, todavía a veces se escucha, la justificación de ciertos actos y denuncias. Era mucha la confusión, largas de décadas de adoctrinamiento y de un único conocimiento que era muy difícil derribar.

En aquel nacimiento de una disidencia publica, por lo menos dos factores llamaban particularmente la atención:

El rechazo a lo establecido se hacia sin violencia. La critica estaba envuelta en un lenguaje pacífico, sin frases incendiarias ni sentencias admonitorias.Al principio, estaban revestida hasta de cierta timidez. Tal parecía que la magnitud de la violencia oficial de varias décadas había aplastado el justo furor de los protestantes ante el probable uso de una fuerza aniquiladora. Pero otras podían ser las causas y es que ante tanta profanación de la dignidad y la vida humana los promotores de la No Violencia habían concientizado que el uso de la fuerza genera una infinita espiral de conflictos en el que las victimas y los victimarios se confunden por siempre.

También llamó la atención la religiosidad de muchos de los protestantes. De un mundo oficialmente ateo, de una educación que rechazaba la existencia de Dios surgían individuos que decían ser creyentes, personas que buscaban en un ser superior respuestas cada días mas ausentes en un régimen que había sustraído la intimidad mas profunda.

Debió transcurrir más tiempo para que la audaz estrategia escalara en propósitos y se constituyeran agrupaciones de periodistas independientes, colegios de pedagogos, bibliotecas independientes, cooperativas de campesinos y otras muchas asociaciones que procuraban quebrar el cerco del totalitarismo.

También surgieron partidos políticos igualmente ilegales que no ocultaban su voluntad de luchar por cambios estructurales que culminasen con el fin del Totalitarismo. La madurez de propósito no fue fácil. Hubo que romper con los miedos pero también con los símbolos.

Un esfuerzo que aunque malogrado generó expectativas y confianza fue “Concilio Cubano”. Aquel propósito fue reprimido y paralelamente, en esta continuada muestra de solidaridad del exilio con el pueblo cubano, cuatro jóvenes cubano americanos fueron asesinados en aguas internacionales.

Después de “Concilio” surgieron nuevas organizaciones. Se estrecharon los lazos de solidaridad entre los cubanos de las dos orillas y el mundo exterior empezó a apreciar que en realidad la isla del Doctor Castro era una especie de antesala del infierno.

El documento “La Patria es de Todos” fue otro hito en el andar hacia la libertad. La publicación del escrito llevó a prisión a sus firmantes, pero también impulsó hacia la ruptura a los que a pesar de estar consciente de la realidad no decidían asumir nuevas responsabilidades.

El reclamo de libertad y derechos ciudadanos se hizo más fuerte. Se extendió por todo el país. Las denuncias que provenían de la isla eran más precisas y detalladas y hacían posible que el régimen fuera una y otra vez criticado en los foros internacionales sobre derechos humanos. En el exterior la solidaridad crecía geométricamente. Surgieron agrupaciones fuera de la isla para apoyar las que se constituían en Cuba. Se estableció una sintonía de gestión, acción y pensamiento que en cierta medida, salvando las diferencias de tiempo y estrategias, reproducían las que existieron en los años 60 entre los cubanos de las dos orillas que estaban enlazados en la voluntad de derrocar al régimen totalitario.

Paulatinamente al interior del movimiento opositor y en el desarrollo de instituciones de la sociedad civil se fue acentuando una tendencia a constituir coaliciones de organizaciones que tenían proyectos específicos o que estaban identificadas en aspectos ideológicos y políticos. Esto consolidaba el proyecto contestario porque favorecía conducir a formulas de convivencia política de la oposición.

Se implementaron otros métodos de lucha, todos con el fin de protestar y demandar cambios políticos en el país. Actos de desobediencia civil como el convocado por el prisionero político Oscar Elías Biscet en el Parque Butrari, y el Ayuno de Tamarindo 34, fueron nuevos hitos que afirmaban la voluntad de luchar por la democracia que animaba a muchos ciudadanos y que en cierta medida encontraron eco en el resto del país. Fue Biscet uno de los primeros en declarar a la prensa internacional, “Vamos a realizar una invasión no violenta al interior del país para consolidar el frente único que conformaremos”, agregando que “160 organizaciones opositoras entre movimientos, grupos y partidos nos han dado su apoyo moral y solidario.”

Otro paso fue el Proyecto Varela. Un documento en el que un sector de la oposición demandaba reformas dentro del marco legal que propiciaban las leyes de totalitarismo. Varios miles de personas firmaron el documento que fue entregado a un empleado de la espuria Asamblea Nacional de Cuba. El régimen contestó con diatribas, marchas multitudinarias y la afirmación que la Constitución Cubana era irrevocable e inamovible. Pero se había presentado un documento que desmentía una vez más la verdad oficial.

Según fue ascendiendo la conciencia de los derechos y se quebraban placas de la coraza totalitaria se fue apreciando que en el mundo exterior, no solo entre los cubanos exiliados, se incrementaba el respaldo a los opositores y disidentes. Muchos han sido honrados con prestigiosos galardones. Invitados a conferencias internacionales e investido como miembros de honor de centros e instituciones de prestigio mundial.

Del ya mencionado Proyecto Varela y por parte de sus mismo promotores surgió la iniciativa de un Dialogo Nacional que incluía a todos los sectores de la sociedad cubana, incluyendo representantes del gobierno, iglesia, asociaciones fraternales, grupos de vecinos, ect. Los promotores especificaban que la iniciativa del Dialogo Nacional no era sobre el Proyecto Varela y que para participar no había que apoyar el referido Proyecto.

Otro suceso trascendente al interior de Cuba fue la Asamblea Para Promover la Sociedad Civil. Ese encuentro en la opinión de muchos de los observadores y especialistas en asuntos cubanos generó nuevas pautas en la gestión política de la oposición. Después de este evento se han producido otros, constituídas nuevas organizaciones de oposición y también expresiones independientes de una sociedad civil que está rompiendo el enclaustramiento al que ha estado sometida por años.

A la protesta política se sumaron expresiones espontáneas de una sociedad civil libre y abierta que crece mientras que la oficial se anquilosa y quiebra.

Un tejido vivo y ajeno al poder ha surgido y multiplicado como hiedra benefactora. La represión no ha impedido ese desarrollo y en cierta medida estimula la voluntad de los hombres y mujeres que han optado por la libertad.

Esta actitud contestaria también ha influido en la sociedad oficial. La familia tomó conciencia. El ostracismo a que eran sometidos en el pasado los herejes no ha desaparecido pero se ‘ha fracturado ante la solidaridad que amigos y familiares muestran sin el recato temeroso de los pasados años.

La peligrosa ruta hacia la democracia seguirá enfrentando grandes obstáculos. La cárcel no dejará de ser una certeza para todos los protestantes. La muerte una posibilidad a tener en cuenta bajo un gobierno que no dudaba en sancionarla y ejecutarla, pero lo fundamental es que el compañero sumiso y seguidor de consignas está tomando conciencia de sus derechos, se ha levantado y empezado a actuar como ciudadano.

Pedro Corzo
Publicado por la Revista Hispano Cubana.

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