lunes, 29 de diciembre de 2008

Un buen loco

Yosvani Anzardo Hernández

HOLGUÍN, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Los grandes cambios parecen llegar de repente. Sientes el agotamiento después del trabajo voluntario, la guardia obrera y hasta el cansancio que provoca el reclamo de tu familia porque no puedes resolver la comida todos los días, o los zapatos de los muchachos. Pero la revolución es noble y lucha por el bienestar de todos. No abandona a nadie. Aquí tenemos cosas que ningún país del mundo posee gracias a la revolución.

Un día, de pronto, desperté. Cuando miré a mi lado no la vi, busqué por toda la habitación y no estaba; Me desesperé y salí corriendo como un loco. Hace tiempo pienso que Cuba se ha vuelto un país de ladrones. Los guardias son un adorno, porque ellos mismos son los que roban, y ahora no puedo comprar otra porque el salario no me alcanza ni para comer. Tampoco puedo pensar en robar una porque es el bien más cuidado por todos.

Cuando la gente me oyó y me vio gritando esas cosas, pensaron que me había vuelto loco, y no es para menos: si pierdes tu máscara quedas al descubierto.

Esos momentos son muy difíciles, la gente le huye a los locos y tu familia se asusta. Los funcionarios encargados de resolver estos asuntos aparecen de pronto y deciden ponerte un tratamiento porque debes ser curado inmediatamente por tu bien y el de la sociedad. Y es que lo que no sabe la gente es que la locura es contagiosa, y si de pronto todos comienzan a perder sus máscaras se crea un gran caos, viene el descontrol y eso es imperdonable porque cada cual pretenderá tomar las riendas de sus vidas y para eso están los altos funcionarios, más inteligentes y preparados, que deben pensar por nosotros y decidir lo que es bueno y lo que no.

"Si todo el mundo, los 6 mil millones de habitantes pudieran viajar a donde quisieran, la trabazón que habría en los aires del planeta sería enorme".

Nadie puede contra un razonamiento tan profundo como ese, esgrimido por uno de nuestros altos dignatarios. Esa es la razón por la que el gobierno no quiere que los cubanos salgamos del país, para evitar la trabazón en el aire. Tampoco quiere que nos mudemos de aquí para allá dentro del país, porque el estado de las carreteras es malo y hay muchos accidentes; ni que los niños tomen leche porque les produce diarreas; la carne de res estriñe, y las medicinas no pueden estar al alcance de todos porque la gente se auto receta. ¿Y los hospitales? Nada, tenemos problemas, pero por un racimo de plátanos cualquier médico te atiende; aunque a veces tienes que comprar en la calle las agujas, las jeringas y hasta los guantes.

No estamos exentos de problemas en ningún campo, pero trabajamos para resolverlos, no hoy, ni mañana, pero estamos trabajando. Y hay que combatir las ilegalidades. Que cogiste a un anciano vendiendo comino en la calle, ¡pártele los huesos! Que estaba vendiendo coladitas de café; ¡pa’l tanque! El juicio se realiza en dos horas y no hace falta abogados. ¿Qué se ha creído la gente, que esto es un realengo? La revolución es de todos y todos tenemos que defenderla, las secciones de asalto listas para partir cabezas, no vamos a permitir el descontrol.

Después de vivir un rato sin máscara te sientes mejor sin ella, la presión arterial se controla, y a pesar del tratamiento de los funcionarios, y que de vez en vez te encuentras algún seropositivo intentando contagiarte, por primera vez sientes que puedes respirar. Es una experiencia asombrosa andar sin máscara.

Y así fue como me volví loco, mirando la realidad, y no pueden imaginar lo placentero que resulta ser un buen loco.

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